Sin lugar a dudas que los tiempos que está viviendo Israel en particular, y el pueblo judío de la diáspora en general, son los más difíciles desde el Holocausto para acá.
Es evidente que el mundo antisemita estaba esperando su “oportunidad”. El demostrar que Israel “es el victimario” (genocida, asesino y demás) y el grupo terrorista Hamás “son los muchachos de la resistencia que se reunieron con piedras y tornillos” para defenderse del atacante.
Y acá es donde aparece la prensa. En los tiempos de las redes sociales y la foto de tapa, Israel no debe perder la guerra mediática.
Es indudable que la comunicación en todos los aspectos no está alcanzando. Israel tiene que trabajar sobre eso. No alcanza con la “buena voluntad” de influencers con muchos seguidores, aunque de por sí es fabuloso el trabajo de muchos de ellos.
Israel debe trabajar y librar la batalla de la comunicación en todos los sectores. Debe difundir y explicar lo que está sucediendo y no dejar que la narrativa terrorista predomine en la tapa de los medios más importantes del mundo y en las redes sociales. Debe lograr que la foto que salga sea la verdadera y no las fakes que nos cansamos de ver este año.
Tampoco alcanzan solamente los repudios y los comunicados de las organizaciones judías del mundo.
Ni el enojo con la ONU o la CPI de manera aislada sin una narrativa concreta, concisa y consistente que avale el repudio.
Muchas veces me pregunto si la Hasbará no la estamos haciendo siempre para los mismos que quieren escuchar lo que les queremos decir. Los algoritmos de las redes así lo indican muchas veces.
Somos muchos los que informamos lo que realmente pasa en Israel, pero debemos ser cada vez más. Judíos y no judíos.
Gaza y Hamás pasaron a ser el símbolo de la resistencia, ya que las víctimas de Ucrania, Yemen y Siria, por ejemplo, parecieran no interesar en absoluto. Es evidente que hay un gran trabajo mediático reforzado por el odio a Israel y a Estados