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La revista de Vis á Vis -Edición Especial Iamim Noraim 5786 es posible gracias a los siguientes apoyos.

Alfredo Leuco
Osvaldo Armoza
Eyal Sela
Pilar Rahola
Mauro Berenstein
Gustavo Szpigiel
Demián Stratievsky
Mario Montoto
Eli Cohen
Silvio Joskowicz
Rab Alejandro Avruj
Rab Graciela de Grynberg
Guillermo Borger
Gabriela Krichesky
Esteban Bluvol
Maximiliano Srur
Marcelo Bancic
Gustavo Michanie
Ethel Barylka
Rab M.Ed. Rubén Najmanovich
Aldo Donzis
Raúl Woscoff, Alberto Indij y Javier Indij
Ariel Gelblung y Darío Pendzik
Martha Wolff
Víctor Zajdenberg
Brian Menes Wainstein
Alfredo Germán
Rab Daniel Goldman
Eliahu Hamra

La batalla de la comunicación

Gustavo Szpigiel
Director de Vis á Vis

Sin lugar a dudas que los tiempos que está viviendo Israel en particular, y el pueblo judío de la diáspora en general, son los más difíciles desde el Holocausto para acá.

Es evidente que el mundo antisemita estaba esperando su “oportunidad”. El demostrar que Israel “es el victimario” (genocida, asesino y demás) y el grupo terrorista Hamás “son los muchachos de la resistencia que se reunieron con piedras y tornillos” para defenderse del atacante.

Y acá es donde aparece la prensa. En los tiempos de las redes sociales y la foto de tapa, Israel no debe perder la guerra mediática.

Es indudable que la comunicación en todos los aspectos no está alcanzando. Israel tiene que trabajar sobre eso. No alcanza con la “buena voluntad” de influencers con muchos seguidores, aunque de por sí es fabuloso el trabajo de muchos de ellos.

Israel debe trabajar y librar la batalla de la comunicación en todos los sectores. Debe difundir y explicar lo que está sucediendo y no dejar que la narrativa terrorista predomine en la tapa de los medios más importantes del mundo y en las redes sociales. Debe lograr que la foto que salga sea la verdadera y no las fakes que nos cansamos de ver este año.

Tampoco alcanzan solamente los repudios y los comunicados de las organizaciones judías del mundo.

Ni el enojo con la ONU o la CPI de manera aislada sin una narrativa concreta, concisa y consistente que avale el repudio. 

Muchas veces me pregunto si la Hasbará no la estamos haciendo siempre para los mismos que quieren escuchar lo que les queremos decir. Los algoritmos de las redes así lo indican muchas veces.

Somos muchos los que informamos lo que realmente pasa en Israel, pero debemos ser cada vez más. Judíos y no judíos.

Gaza y Hamás pasaron a ser el símbolo de la resistencia, ya que las víctimas de Ucrania, Yemen y Siria, por ejemplo, parecieran no interesar en absoluto. Es evidente que hay un gran trabajo mediático reforzado por el odio a Israel y a Estados

Unidos en muchos casos, que se ve reflejado en un aumento del antisemitismo en todas partes del mundo.

Hace un año, cuando salió la revista por Iamim Noraim 5785, había 101 secuestrados. Un año después, mientras está revista se está editando y saliendo por el 5786 hay 48, de los cuales algunas fuentes mismas del Gobierno afirman que 20 estarían con vida y en las condiciones con las que vimos a Rom y Evyatar. Es decir, agonizando. El antisemitismo en el mundo sigue creciendo.

El conflicto se estiró mucho más de lo que todos imaginamos. Sabemos que hay un solo culpable y es Hamás, pero esto se tiene que terminar. 

A medida que se prolongue, Rom, Evyatar y otros secuestrados no llegarán con vida a ver el final y el judaísmo en el mundo volverá a temer sus consecuencias, como alguna vez pasó. 

Mientras tanto, desde Vis á Vis seguiremos llevando el minuto a minuto de lo que sucede en cada lugar del mundo y en Israel, para que el pueblo judío y no judío esté informado de manera seria, profesional y con la verdad sobre lo que ocurre en esta guerra entre el único Estado democrático en Medio Oriente y un grupo terrorista. Esa es nuestra batalla y la daremos siempre.

Shaná Tová Umetuká

Am Israel Jai

Eyal Sela
Embajador de Israel
Pilar Rahola
Periodista y escritora española.

Más judío que nunca

Alfredo Leuco
Periodista

Hace poco, en una entrevista me preguntaron si mi relación con Israel y el judaísmo había cambiado luego de ser el primer periodista argentino en cubrir la guerra que desató el grupo terrorista Hamás. 

Pedí viajar de inmediato para cubrir lo que ocurría para Radio Mitre y LN +. 

Mi corazón judío y mi olfato periodístico detectaron que no se trataba de un ataque más de los miles y miles que Israel soporta todo el tiempo. Habían invadido el territorio israelí para cometer crímenes de guerra, violaciones, mutilaciones e incineraciones. Fue el día en que asesinaron a la mayor cantidad de judíos desde el Holocausto de Adolf Hitler.

Pude ver y llorar en carne propia por semejante masacre. Eso terminó de convencerme de que la defensa del Estado de Israel es lo único que nos puede dar cierta seguridad en medio de este tsunami mundial de antisemitismo. 

Mi vida cambió. Mis prioridades profesionales, también.

Por eso hice el documental “Bibas, asesinados por ser judíos”. Para eternizar la memoria de esa familia tan argentina como israelí, y para combatir la mentira, el terrorismo de todo signo y el odio hacia los judíos.

Yo no era un judío practicante. Hice el Bar Mitzvá solo para darle una alegría a mis viejos. Iba al shill en el Centro Unión Israelita de Córdoba solamente en Iom Kipur, Rosh Hashaná o para algún casamiento. 

Empecé a hacerme mucho más judío con los brutales atentados a la embajada de Israel y a la AMIA. Incluso llegué a estudiar la posibilidad de utilizar mi verdadero apellido que es “Lewkowicz” para que nadie dudara de qué lado estaba. Amigos como Jorge Lanata me convencieron de que no tirara por la borda cierto nivel de conocimiento y popularidad que había cosechado como Leuco. 

Me aconsejaron que me dedicara a estudiar y aportar a la defensa de Israel, de la democracia, de los derechos humanos y la libertad y a poner en valor la tradición de nuestro pueblo.

Y eso traté de hacer. El asesinato del fiscal Alberto Nisman me confirmó que estaba en el camino profesional correcto. Y el pogrom y la cacería de judíos que comenzó el 7 de octubre de 2023, me hicieron más judío que nunca. 

Unión y sentido de comunidad para enfrentar los desafíos del presente

Osvaldo Armoza
Presidente de AMIA

Con la llegada de Rosh Hashaná y Iom Kipur, ingresamos en un período sagrado del calendario hebreo. Los Iamim Noraim nos convocan, como cada año, a una profunda reflexión ética y espiritual.

Es un tiempo propicio para reconocer nuestras faltas, pedir perdón por el daño causado, reparar cuando sea posible, y asumir el compromiso de actuar con mayor integridad en el futuro.

El estado de ánimo de estas fechas combina balance y esperanza: gratitud por lo vivido, responsabilidad en el presente y aspiraciones de superación para construir un tiempo mejor.

Este año, nuevamente, las Altas Fiestas están profundamente marcadas por el recuerdo vivo y doloroso de la masacre del 7 de octubre, y por el incesante clamor por la liberación de los rehenes que aún permanecen en cautiverio, víctimas de una pesadilla sin precedentes.

Como pueblo, estamos enfrentando desafíos cruciales. Frente al antisemitismo creciente, que se manifiesta en múltiples formas, la unión es indispensable para sostenernos, defender nuestros valores y preservar nuestras tradiciones.

Es un tiempo en el que cada uno, desde su propio lugar, debe fortalecer su compromiso activo y ser protagonista, ayudando a quienes más lo necesitan y revitalizando el sentido de comunidad.

Que este nuevo año nos acerque a la paz que tanto anhelamos, y nos encuentre firmes en nuestros principios y con renovada determinación para construir, entre todos, un futuro más justo y seguro.

Shaná Tová Umetuká. Gmar Jatimá Tová.

Rosh Hashaná 5786 – Un año de verdad y compromiso

Mauro Berenstein
Presidente DAIA

Este Rosh Hashaná llega con el peso imborrable del 7 de octubre, fecha en la que el terrorismo mostró al mundo su rostro más inhumano. No fue un hecho aislado, sino parte de un viejo odio que hoy busca copar la opinión pública mundial con un relato distorsionado, intentando convertirlo en un discurso aceptable contra Israel y el pueblo judío.

Como comunidad, tenemos la responsabilidad de amplificar un mensaje claro e irrenunciable: el derecho de Israel a existir, vivir y prosperar en paz. Este derecho no es negociable ni depende de narrativas ajenas; es parte de nuestra historia, de nuestra identidad y de la justicia más elemental.

El año que comienza nos impone un desafío inmenso: quebrar el relato antisemita que, disfrazado de discurso político, busca legitimar el odio. Para lograrlo, la educación será siempre nuestra herramienta más poderosa.

Educar para conocer, para comprender, para derribar prejuicios y construir puentes.

La formación de líderes jóvenes es parte esencial de este camino. Son ellos quienes llevarán nuestra voz, nuestros valores y nuestra memoria hacia el futuro, multiplicando el mensaje en cada espacio donde el antisemitismo intente hacerse oír.

Y no hay futuro sin justicia: por eso, impulsamos con decisión el juicio en ausencia, herramienta que permitirá avanzar en el esclarecimiento de los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA, para que la impunidad no sea nunca una opción.

En este año en que la DAIA cumple 90 años, reafirmamos que seguiremos trabajando por el tikún olam —la reparación del mundo— con la misma pasión y compromiso que nos han guiado desde el primer día.

Rosh Hashaná es también un tiempo de introspección y esperanza. De recordar que, incluso en la oscuridad más profunda, la luz puede encenderse si nos mantenemos unidos, firmes y comprometidos con la verdad.

Que este nuevo año nos encuentre trabajando juntos por un mundo en el que el pueblo judío viva libre de odio, en el que Israel sea reconocido y respetado, y en el que la educación abra caminos de paz y entendimiento.

Shaná Tová Umetuká.
Que sea un año de vida, justicia y verdad.

Reflexión de Rosh Hashaná – 5786

Demián Stratievsky
Presidente de la Organización Sionista Argentina

Al acercarse Rosh Hashaná volvemos a entrar en un tiempo de introspección, balance y renovación. Es un momento para detenernos, mirar hacia adentro y preguntarnos quiénes somos, hacia dónde vamos y qué estamos dispuestos a defender.

Este año, nuestras plegarias y pensamientos no pueden separarse del dolor persistente por los 50 hermanos y hermanas que aún permanecen secuestrados en Gaza. Sus rostros, sus nombres y sus historias son heridas abiertas en el corazón de nuestro pueblo. La mirada del joven en esta imagen nos recuerda justamente eso: la dignidad y la firmeza de un pueblo que, incluso en medio de la multitud, no se resigna al silencio ni a la indiferencia.

La Torá nos ordena: “Ubaharta Bajaim” —y elegirás la vida—. Esa elección no es pasiva. Nos llama a vivir con propósito, a no resignarnos ante la injusticia y a comprometernos con la dignidad y la libertad como valores irrenunciables. Hoy, elegir la vida significa no olvidar a quienes han sido arrebatados de la suya, y no descansar hasta que vuelvan a casa.

Frente a la adversidad, nuestra tradición nos enseña a ser resilientes, a levantarnos una y otra vez, a no rendirnos jamás. La historia del pueblo judío es la historia de una esperanza que sobrevive a cualquier oscuridad.

Y esa esperanza se expresa también en el Estado de Israel, en su capacidad de defenderse, de reinventarse y de triunfar aún cuando muchos lo quisieran ver derrotado. La victoria de Israel no es solo militar: es la victoria de la vida sobre la muerte, de la luz sobre la oscuridad, de un pueblo que eligió reconstruirse en su tierra y que seguirá haciéndolo con dignidad, justicia y fe. Cada paso que Israel da hacia adelante es un recordatorio de que no podrán doblegarnos ni arrancarnos nuestro derecho a existir en paz y seguridad.

Mientras nos reunimos con nuestras familias para recibir el año nuevo, habrá sillas vacías que nos recordarán que no estamos completos. No olvidemos mencionar sus nombres en nuestras plegarias. No dejemos que el paso del tiempo adormezca nuestra urgencia. Así como con vida se los llevaron, con vida los queremos de regreso.

Este Rosh Hashaná, el sonido del Shofar debe resonar como un grito que atraviese fronteras: un llamado a la acción, a la unidad y a no aceptar un mundo donde el secuestro y el terror sean tolerados. Que el año que comienza sea un año de justicia, de paz verdadera y de reencuentros. Que podamos ver pronto a nuestros 50 hermanos volver a casa, y que la vida, la libertad y la verdad prevalezcan.

Shaná Tová u-metuká

Mario Montoto
Presidente Cámara de Comercio Argentino-Israelí

Estimados amigos y colegas:

En estas Altas Fiestas, deseo enviarles un fraternal saludo desde la Cámara de Comercio Argentino-Israelí (CCAI), institución que tengo el honor de presidir. Es una oportunidad para detenernos, reflexionar y, al mismo tiempo, proyectar un futuro de renovación.

Nuestro propósito desde la CCAI, hoy más vigente que nunca, es ser un verdadero puente entre los pueblos de Argentina e Israel, no solo fomentando intercambios comerciales, sino también enriqueciendo los lazos científicos, tecnológicos y culturales que nos fortalecen mutuamente.

Este año, nuevamente, las Altas Fiestas están profundamente marcadas por el recuerdo vivo y doloroso de la masacre del 7 de octubre, y por el incesante clamor por la liberación de los rehenes que aún permanecen en cautiverio, víctimas de una pesadilla sin precedentes.

La resiliencia es la gran enseñanza de este tiempo: Israel continúa aportando valor a la humanidad con ciencia y tecnología que ofrecen soluciones globales. En Argentina, este año celebramos la 10ª edición de los Israel Innovation Awards, reafirmando nuestra convicción de sostener en el tiempo un espacio de innovación conjunta que supera adversidades, une ecosistemas y proyecta desarrollo para ambos países y para el bienestar de nuestras sociedades.

Deseo que estas fechas nos inspiren a seguir construyendo caminos comunes, guiados por la superación, la cooperación y la esperanza. Que el nuevo año nos encuentre trabajando juntos para traer paz, prosperidad y más puentes entre la Argentina e Israel.

Con afecto y gratitud,

El mensaje del Representante de la Agencia Judía y la OSM para Argentina y el Cono Sur

Eli Cohen

Estamos en tiempos muy especiales y desafiantes, acercándonos a Rosh Hashaná y a los Yamim Noraim, los solemne días de Reflexión. Esta es una oportunidad que recibimos cada año para examinarnos como individuos, como comunidad, y para preguntarnos: ¿cómo podemos ser mejores? Así, de una manera tan simple y sencilla.

Como individuos, debemos mantener nuestros valores humanos, judíos y sionistas. Como comunidad, debemos facilitar y mantener la continuidad judía, formando parte de un solo pueblo, fortaleciendo la conexión y estrechando los lazos espirituales y físicos con el Estado de Israel, con la Tierra de Israel y con el pueblo de Israel.

Muchos de nosotros hablamos este lenguaje y usamos la misma terminología, pero ¿es así como actuamos a diario? A la hora de la verdad, lamentablemente, la realidad es que a menudo uno no cede en su posición personal por el bien común, pensando que la unión solo se logra cuando los demás se unen a uno.

En estos días tan especiales tenemos la oportunidad de arrepentirnos verdaderamente de los errores que cometimos, tanto intencional como no intencionalmente. Podemos recuperarnos de nuestras faltas, renovar los lazos y puentes que hemos roto, y renunciar a un poco de lo nuestro para ganar mucho más para todos.

Esto siempre es cierto, pero cobra una relevancia aún mayor cuando ya casi cerramos dos años de una guerra que comenzó con la terrible tragedia del 7 de octubre de 2023: el asesinato de nuestros hermanos y hermanas, niños, mujeres, jóvenes, padres, adultos y soldados (es importante que recordemos esto todos los días). Aún hay 48 secuestrados que oramos que los liberen hoy.

La guerra continúa hasta el día de hoy, con soldados que dan su vida en defensa de la patria y del pueblo, dondequiera que esté.

La maldad, el odio y el antisemitismo están creciendo y amenazando cada vez más a nuestro pueblo. La respuesta es mantener nuestra identidad judía y sionista, firme y orgullosa. Debemos luchar contra el antisemitismo y fortalecer nuestro país, Medinat Israel, viajando a Israel, ya sea para visitar o para realizar la Aliyá.

Y, finalmente, ser socios y parte de la oración que decimos tres veces por día: “Que nuestros ojos vean Tu retorno a Tzion con misericordia”.

ותחזינה עיננו לשובך לציון ברחמים
Y acorde a estos días, como bien decimos en la poesía de Rabi Yehuda Ben Shemuel Yben Abas, Fez siglo 12 para Rosh a Shana: 

״עֵת שַׁעֲרֵי רָצוֹן לְהִפָּתֵחַ,,, 
עוֹקֵד וְהַנֶּעְקָד וְהַמִּזְבֵּחַ״
“ES HORA DE QUE SE ABRAN LAS PUERTAS DEL DESEO“

Porque ya: “Entregamos el sacrificio en el altar”

Tengo fe en que ha llegado la hora en que las puertas de los deseos se abrirán y lo lograremos, siempre y cuando estemos juntos y unidos, respetándonos los unos a los otros.

Ahavat Chinam (Amor incondicional)
שנה טובה ומתוקה

Rosh Hashaná y el llamado del “Nuevo Sionismo Realizador”

Silvio Joskowicz
Titular del Dpto. de Emprendimientos Sionistas de la OSM

Mientras nos acercamos a Rosh Hashaná 5786, me encuentro reflexionando sobre el profundo significado de este momento en nuestra historia judía. No es casualidad que este Año Nuevo nos llegue en un período donde el Estado de Israel enfrenta desafíos extraordinarios, donde nuestra supervivencia como pueblo y como nación está siendo, una vez más, puesta a prueba. 

En estos momentos decisivos, creo firmemente que debemos redescubrir y revitalizar la idea del “Nuevo Sionismo Realizador” – una filosofía que trasciende tanto la religiosidad tradicional como la acción política convencional, exigiendo de cada uno de nosotros un compromiso activo y elevado con nuestro destino nacional.

El despertar de una Nueva Consciencia

Rosh Hashaná siempre ha sido un tiempo de introspección y renovación, pero este año siento que el shofar nos llama no solo al arrepentimiento personal, sino a un despertar colectivo. El “Nuevo Sionismo Realizador” que propongo no es una nueva invención, sino el redescubrimiento de una verdad antigua: que cada judío debe asumir el manto de la responsabilidad mutua impulsada por nuestra misión hacia nuestro Hogar y nuestro Pueblo.

Cuando observo a las generaciones más jóvenes de judíos, tanto en Israel como en las comunidaes judías, veo una búsqueda auténtica de significado y propósito. Ya no les basta con las expresiones tradicionales del sionismo. Buscan algo más profundo, más sustancial, más transformador. 

Más allá de la Construcción del Estado

El sionismo en su nacimiento era un movimiento para construir nuestro Estado, y en eso tuvimos un éxito extraordinario. Pero el sionismo actual debe ser algo más ambicioso: se trata de construir nuestra Nación. Esta distinción no es meramente semántica. Un Estado es una

entidad política y legal; una Nación es una realidad espiritual, cultural y ética que trasciende las fronteras geográficas.

El Sionismo que propongo busca una nación con sustancia, una entidad nacional que refleje ideales comunes y una misión compartida, unida por un sentido del pasado que enriquezca el presente y nos inspire para construir un futuro mejor. Esto significa que no hay una sola manera de observar el sionismo – la clave es la acción dedicada y elevada que refleje la capacidad única de cada individuo para contribuir a Am Yisrael.

Para algunos, el Sionismo puede traducirse en hacer aliá. Para otros, puede manifestarse en la construcción de comunidades judías fuertes en la diáspora que apoyen activamente a Israel. Puede expresarse a través del voluntariado, la sostenibilidad medioambiental, la infraestructura educativa, el compromiso cívico, la creación de oportunidades para todos o la contribución a la sociedad civil.

El cuidado mutuo Como Familia

Pero hay una dimensión del “Nuevo Sionismo Realizador” que requiere especial atención en estos tiempos: el papel de las comunidades judías del mundo como voces críticas constructivas de Israel. Aquí debemos entender una verdad fundamental sobre lo que significa ser familia. Las críticas más valiosas no vienen de enemigos, sino de aquellos que nos aman profundamente y desean nuestro crecimiento y realización.

Cuando las comunidades judías en la diáspora expresan preocupaciones sobre políticas o direcciones que toma Israel, esto no debe verse como deslealtad, sino como el ejercicio más auténtico del amor familiar. 

Una crítica familiar viene del deseo genuino de que cada miembro de la familia salga adelante, de que la familia en su conjunto tenga su realización asegurada, aunque pase por momentos difíciles de desencuentro y problemas importantes. Es una crítica que nace del amor, se expresa con respeto y se acompaña del compromiso de trabajar juntos hacia soluciones.

Lo que importa no es la forma específica que tome nuestro compromiso, sino que sea auténtico, sustancial y orientado hacia la elevación tanto personal como colectiva. El sionista realizador comprende que cuando los judíos se toman en serio su propia elevación y la de su Patria, el mundo entero se beneficia. Este es el verdadero camino hacia el Tikun Olam.

El desafío de Nuestra Generación

En este Rosh Hashaná, mientras nos preparamos para el 39º Congreso Sionista que tendrá lugar en Jerusalem este próximo mes de octubre, siento el peso

histórico del momento. Desde aquel primer Congreso Sionista convocado por Herzl en Basilea en 1897, hemos recorrido un camino extraordinario. Lo que comenzó como un sueño audaz se convirtió en realización efectiva: ¡tenemos una patria!. 

Pero esta patria ha entrado ya en lo que podríamos llamar “dolores de crecimiento” – los desafíos complejos que enfrentan las naciones maduras que deben equilibrar idealismo y pragmatismo, unidad y diversidad, supervivencia y prosperidad.

Mientras enfrentamos amenazas existenciales renovadas y divisiones internas preocupantes, el llamado del “Nuevo Sionismo Realizador” se vuelve más urgente que nunca. Israel enfrenta desafíos de supervivencia tanto externos como internos, pero sabemos que no cesará de cumplir su compromiso fundamental con el Pueblo, con la familia judía mundial. 

No podemos permitirnos ser espectadores pasivos de nuestra propia historia. Aunque las generaciones recientes del último siglo nos han bendecido con sus exitosos esfuerzos en la lucha por la Tierra, la defensa de nuestro Pueblo, el cultivo de sus campos, la construcción de sus ciudades y la creación de un país moderno, aún queda mucho trabajo por hacer.

La nueva generación de judíos tiene una oportunidad extraordinaria. Con creatividad y energía, pueden contribuir sustancialmente a los próximos mil años de nuestro Pueblo y nuestra Patria. El “Nuevo Sionismo Realizador” hace que lo tradicional sea relevante para la generación actual, alimentando la energía pionera espiritual y física necesaria para desarrollar no solo a Israel, sino a todo Am Yisrael, trabajando incansablemente por la paz entre los pueblos de la región.

Mientras el shofar resuena en nuestras sinagogas y hogares, que su llamado nos recuerde que el “Nuevo Sionismo Realizador” es la ideología de aquellos que no solo tienen un sueño sionista, sino que lo viven. Es el espíritu pionero, la visión y la proactividad de revigorizar nuestro renacimiento nacional en Eretz Yisrael, construyendo una sociedad judía y democrática que respete a todas las minorías y trabaje por la convivencia pacífica.
En este nuevo año, que cada uno de nosotros encuentre su manera única de asumir la responsabilidad mutua hacia nuestro pueblo. Que podamos arremangarnos y trabajar por un presente colectivo más significativo y un futuro unificado más fuerte. Que el 5786 sea el año en que transformemos nuestras aspiraciones sionistas en acciones concretas que eleven tanto lo físico como lo espiritual, siempre en la búsqueda de la paz.
Que el 5786 sea el año en que transformemos nuestras aspiraciones sionistas en acciones concretas que nos eleven moral y espiritualmente. 

Shaná Tová u’Mashmautí – que seamos inscritos para un año de propósito renovado, acción elevada y construcción nacional sustancial.

Cuando el tiempo no pasa

Rab Alejandro Avruj

Los Iamim Noraim se acercan. Vuelven. El calendario nos llama a revisar el tiempo. Pero, ¿en algún momento terminaron los Días Terribles, los Iamim Noraim del año pasado?

Desde el 7 de octubre, el tiempo quedó suspendido. Como si hubiéramos quedado atrapados en el último Kol Nidrei: promesas rotas, voces enmudecidas, puertas que no se cierran. Un interminable Izkor. Atravesados el mismo Día del Perdón, por lo imperdonable. 

Somos las 51 familias que todavía no pueden dormir. Que solo esperan en un rezo ahogado. Somos un país entero que sigue en modo vigilia. Somos una nación que en soledad ve cómo el resto de las naciones nos acusa con el dedo inquisidor mientras seguimos buscando a los nuestros. Mientras seguimos haciendo lo que sea por defender nuestro hogar, nuestra familia, nuestras vidas. Y nosotros, desde los kilómetros de distancia, orbitando entre la angustia, la impotencia…y la necesidad de sentido.

No se trata solo de Israel. Se trata de nosotros. De qué hacemos con el miedo, con la rabia, con el dolor. De qué hacemos con lo que no podemos hacer.

No venimos a los templos solo a pedir. Venimos a responder. A ser respuesta. Incluso en el murmullo silencioso de la propia plegaria. Venimos a no acostumbrarnos. A mostrar que no olvidamos. Que no nos rendimos. Que no tendremos nunca más miedo.

Desde el 7 de octubre, el tiempo pareció haber quedado suspendido. Pero el año sucedió. El tiempo ha pasado. Y si bien el dolor y la angustia parecen ser iguales, nosotros no somos los mismos.

La espiritualidad judía es el arte de atravesar el tiempo, de caminar la historia con el alma despierta. La espiritualidad judía es el arte de descubrir en cada respiración, un milagro. La espiritualidad no es evasión. No es aislarse en la cima de un monte. Es permitirnos elevar nuestro espíritu, aferrar el tiempo con nuestras manos, no dejar que se escape ni que se detenga, para bajar aquí a esta tierra y elevarla.

Que tengamos un año bueno. Shaná tová. 

Un nuevo año ha llegado, y con él, la esperanza de que este sea realmente maravilloso

Rab Graciela de Grynberg
Comunidad Beit Israel

Es un momento lleno de buenos deseos, no solo para nosotros, sino especialmente para los 50 rehenes que aún siguen en Gaza: ¡nuestro corazón anhela que pronto estén de vuelta en sus casas, compartiendo las cenas de Rosh Hashaná con sus seres queridos!
Celebramos Rosh Hashaná, que es el inicio de un nuevo ciclo en el calendario judío, marcando 5786 años desde que el hombre fue creado.
Aunque festejamos el nacimiento del mundo y de Adam, el primer hombre, Rosh Hashaná es más que un simple aniversario. Es el “cumpleaños simbólico” de la creación, y su conteo es algo muy nuestro, muy judío, no universal.
En la segunda mañana de Rosh Hashaná leemos en la Torá sobre el nacimiento de Itzjak, nuestro segundo patriarca. Quizás nos preguntemos: si celebramos la creación del mundo, ¿por qué no leemos la historia de la creación en sí?
La historia de la creación es universal, ¡es para todos! Pero en Rosh Hashaná, celebramos un comienzo muy especial, el de nuestro propio pueblo judío. Por eso, leemos sobre Itzjak, quien fue el primer ser humano que nació dentro de una familia judía.
Abraham, su padre: él fue el primer judío, sí, pero no nació en una familia judía. Itzjak, en cambio, no tuvo que irse de casa ni esperar, como su padre, 99 años para aceptar el pacto a través del Brit Milá. ¡Un comienzo distinto y desde adentro de la tradición!
El período de Iamim Noraim (Días Terribles), que va desde Rosh Hashaná hasta Iom Kipur, es como un regalo que nos da el judaísmo para hacer nuestro Jeshvon HaNefesh (balance del alma). Es un momento para revisar nuestras vidas, nuestros pensamientos y nuestras acciones: ¿cómo estamos con nosotros mismos, con nuestros seres queridos y con Dios?
Sabemos que no es fácil. A nadie le gusta recordar sus errores o los momentos no tan buenos.

Pero estos días son precisamente para eso: para parar, analizar y crecer. Es como mirarse en un espejo, a veces sintiéndonos en un “desierto personal” con dudas y encrucijadas. Pero es en esa introspección donde encontramos la fuerza para cambiar y mejorar.
Al empezar este nuevo año, nuestras oraciones y deseos son muchos y muy sinceros.
Primero, lo más fundamental: salud, trabajo, amor, buenos amigos, una comunidad y que el judaísmo siga vivo en nuestros hijos y nietos.
Si ya tenemos todo eso, pedimos que Dios nos abra los ojos para ver cómo hacer de este un mundo mejor.
Deseamos con todo el corazón tener la claridad y la capacidad de ver más allá de nuestras propias vidas.
Y, por supuesto, nuestro mayor anhelo es que los rehenes encuentren la fortaleza, la esperanza y la certeza que pronto, muy pronto, regresarán a casa. 

Que este nuevo comienzo nos ilumine para construir el mundo que Dios imaginó para todos nosotros.

Shana Tova umetuka

שנה טובה ומתוקה

El mensaje del expresidente de AMIA

Guillermo Borger

Queridos amigos, estamos transitando el mes de Elul, preparándonos para Rosh Hashaná y Yom Kipur, las conmemoraciones más importantes del año judío.

Es un momento para reforzar todas nuestras acciones de bien por la comunidad.

Como apasionado que soy por dar siempre algo por el bien de todos, esta semana estaremos lanzando un proyecto de la Universidad Ariel de Israel, que me ha distinguido recientemente para presidir a los Amigos de la Universidad en la Argentina.

Quisiera destacar que estamos trabajando para lograr acuerdo de intercambio en general, y también con becas especiales de estudio.

Quiero destacar algunas de las carreras que me impactaron fuertemente durante mi última visita a la misma.

Su centro de rehabilitación para soldados y adultos. La Universidad Ariel, ubicada en Judea y Samaria, como institución académica sionista desde su apertura ha tenido un fuerte impacto en la recuperación de sus pacientes.

La última guerra “Espadas de Hierro” ha dejado una profunda huella en nuestros soldados y civiles, con muchos padeciendo lesiones físicas y mentales.

El 7 de octubre se agravaron aún más las necesidades, lo que dio lugar a la inauguración de un moderno centro de rehabilitación con apoyo psicológico y terapia ocupacional.

Además de sorprenderme el centro de investigación del vino, estudiando profundamente los orígenes de la vid que generaban las vides que florecieron durante miles de años, produciendo vinos de la mejor calidad para los sacerdotes del gran Templo de Jerusalem.

Son solo algunos pocos ejemplos de la Universidad Ariel, con sus 17.000 alumnos ubicada en el centro de Israel.

Trataremos de ayudar económicamente en los muchos proyectos que iremos conociendo.

Estamos en el mejor momento del año para brindar apoyo y solidaridad.

Juntos podremos. Am Israel Jai.

Shana Tova Umetuka.

Apertura de la Escuela Secundaria Arlene Fern: Innovar con identidad, liderar con propósito

Gabriela Krichesky
Directora General Escuela Arlene Fern

La educación judía, tras los dramáticos sucesos del 7 de octubre de 2023 y sus devastadores efectos sobre el creciente antisemitismo que hoy nos atormenta, es más esencial que nunca. ¿Cómo enseñamos a nuestros jóvenes a afrontar este escenario tan hostil? ¿Qué transmitimos hoy sobre Israel a nuestros estudiantes? Nuestros antepasados superaron incontables adversidades y, como pueblo, nos fortalecimos al superar cada una de ellas. ¿Cómo se reelabora ese legado para que la educación actual forme personas comprometidas, valientes y fuertes, capaces de garantizar la continuidad de nuestra vida comunitaria? 

El desafío para las escuelas judías, y particularmente para el nivel secundario, es urgente: liderazgo, proactividad y resiliencia son claves para forjar el carácter de los jóvenes y evitar que, a largo plazo, devengan en sujetos pasivos que se victimizan frente a contextos tan sombríos como el actual.

Desde esta perspectiva, el modelo tradicional de educación secundaria no alcanza: repetir fórmulas del pasado no prepara a los líderes del futuro. Las clases expositivas basadas en la memorización, una caja curricular estructurada con disciplinas poco articuladas entre sí, y unidades temáticas que no retoman las problemáticas de la actualidad, no favorecen la formación de personas resilientes capaces de aprender y reinventarse a partir de la adversidad, para producir y conducir sus propios proyectos de vida. 

Por eso, y tras 30 años de trayectoria, la escuela Arlene Fern abrirá en marzo 2026  Innovation and Leadership High School, una secundaria donde liderazgo, proactividad y resiliencia convergen en un plan de estudios que permite que los estudiantes sean auténticos protagonistas de sus trayectorias, para que el futuro no sea algo que “les suceda”, sino aquello que ellos mismos construyen con las herramientas y cualidades adquiridas.

Nuestra escuela secundaria se asentará en esta línea sobre cuatro focos de innovación:

1- Ecosistema de aprendizaje: La enseñanza adoptará formatos diversos para abordar contenidos con metodologías múltiples. Contaremos con Seminarios de profundización (exposiciones con

especialistas), Experiencias inmersivas (aprendizaje situado en ambientes reales), Laboratorios de diseño y Talleres de Proyecto Integrado, con énfasis en la resolución de problemas reales. 

2- Liderazgo: Nuestros estudiantes cursarán materias sobre autoliderazgo, gestión de equipos y liderazgo comunitario, entre otras, para empoderarse como agentes de cambio capaces de afrontar desafíos y aprender de ellos. 

3- Start-up trips: Viajes educativos para conocer y diseñar experiencias emprendedoras, que estimulen el pensamiento de diseño y el desarrollo de proyectos productivos, sociales y ambientales que apelen a la mejora del contexto que los rodea. 

4- Arquitectura de vanguardia: Espacios innovadores, confortables y flexibles que inspiren nuevas posibilidades de ser y estar en la escuela, para habilitar otras formas de pensar, sentir y crear. 

Estamos convencidos de que un adolescente empoderado, sensible y con capacidad resolutiva podrá afrontar las complejidades del futuro, superando adversidades y contextos desfavorables con coraje, corazón e inteligencia. La educación judía debe, hoy más que nunca, promover el desarrollo de líderes jóvenes que puedan contribuir a la continuidad de nuestro pueblo, convirtiendo cada desafío en una oportunidad de crecimiento y mejora para todos.

Mensaje del presidente de Faccma

Esteban Bluvol

Con la llegada de un nuevo año, siempre es un buen momento de reflexión y balance. 

En un año donde el antisemitismo crece en el mundo día a día, con la complicidad de los organismos y la prensa internacional, donde las fake news y la desinformación son ya situaciones normales, hacen que nuestra comunidad deba estar cada día más unida, más presente y más preparada para estar al frente de nuestras organizaciones.

La supervivencia y la continuidad del pueblo judío, puesta en jaque una vez más como tantas veces en los últimos miles de años, después del 7 de octubre de 2023 y con 50 secuestrados en manos del grupo terrorista Hamás hace más de 22 meses afirma que no debemos cesar el reclamo de regreso a casa hasta el último secuestrado ya mismo, seguir rezando por nuestros soldados valientes de las FDI que cada día defienden nuestra tierra y al pueblo judío.

Desde FACCMA, el mensaje que intentamos distribuir día a día es muy claro: seguir haciendo actividades deportivas, culturales y educativas todos los días, para todas las edades, en todas las instituciones y todos juntos.

Garantizar la vida judía sin miedo para nuestros hijos y nietos, con nuestro slogan de identidad, Comunidad y Futuro, y el compromiso de sus voluntarios y profesionales en continuar este legado de 76 años de vida plena es nuestro mandato, y en eso redoblamos esfuerzos cada día.

Transformar a nuestros jóvenes deportistas y madrijim en orgullosos de representar  a nuestra comunidad en nuestras selecciones y en Bekeff, y que ellos lideren el futuro que cada vez será más complejo y necesitará más unidad, esfuerzo y valentía.

Que este Rosh Hashaná nos inspire a un renovado sentido de unidad. Más allá de nuestras diferencias, somos un solo pueblo, con una historia y un destino compartidos. Acojamos la diversidad que nos enriquece y trabajemos juntos para construir un futuro mejor para todos.

Es mi deseo que la paz sea pronto en Israel y  en el mundo, y que en cada casa y en cada mesa brindemos por un año dulce  donde las manzanas con miel abunden y nadie tenga miedo de juntarse a celebrar.

Que el libro de la vida nos inscriba para un año lleno de salud, alegría y bendiciones. Que el sonido del Shofar despierte nuestras almas y nos guíe hacia un futuro de esperanza.

Shana tova y Gmar jatima tova
Jazak veematz
Am Israel Jai
Bring them home now!

El mensaje del presidente de Círculo Social Hebreo Argentino

Maximiliano Srur

El inicio de un nuevo año siempre nos invita a detenernos por un instante y abrir un espacio de introspección. No se trata únicamente de pasar la página del calendario, sino de hacer un balance sincero de lo vivido. Cada comienzo de ciclo nos da la posibilidad de crecer, de reparar, de volver a elegir los valores que guiarán nuestro camino.

Este nuevo año, sin embargo, lo recibimos atravesados por un sentimiento amargo. A la alegría de la vida que se renueva se suma el dolor de saber que en Israel, nuestro hogar, aún hay hermanos y hermanas que siguen privados de su libertad, secuestrados en manos del terrorismo. El dolor de familias que esperan el regreso de sus seres queridos sin certezas ni respuestas. El dolor de una sociedad que ansía recuperar la calma, la seguridad y la posibilidad de vivir en paz.

La historia de nuestro pueblo nos enseña que la resiliencia y la unidad son la base de nuestra supervivencia. Hemos atravesado momentos oscuros y, aun así, hemos sabido mantener encendida la llama de la esperanza y de nuestra identidad. Sabemos que no estamos solos: somos un pueblo que se acompaña, que se sostiene y que se multiplica en cada gesto de solidaridad, en cada encuentro comunitario y en cada voz que se alza en favor de la justicia, de la vida y de la paz.

Como presidente del Círculo siento la responsabilidad y el orgullo de pertenecer a una institución que lleva más de cinco décadas comprometida con estos valores. El Círculo es un espacio de encuentro, de recreación, de educación, de cultura y de transmisión. Pero, sobre todo, es un espacio de continuidad, donde las generaciones se encuentran y se fortalecen en torno a la identidad judía y al vínculo indisoluble con Medinat Israel. Ser parte de esta comunidad nos recuerda, cada día, que nuestra misión no es sólo preservar lo recibido, sino también proyectar un futuro lleno de contenido y sentido.

En este nuevo año renovamos ese compromiso. Renovamos la convicción de que nuestro rol es sostener a cada familia, acompañar a cada joven y ofrecer un lugar donde cada uno pueda sentirse parte de una historia que lo trasciende. 

Que el 5786 sea un año de salud, de unión y de fortaleza. Que sea un tiempo en el que la paz deje de ser

un anhelo y se convierta en realidad. Que podamos celebrar pronto el regreso de todos los secuestrados y que nuestra comunidad judía siga creciendo sobre los cimientos de la solidaridad, la memoria y la esperanza.

Shana Tová Umetuka y Gmar Jatimá Tová.        

MENSAJE DEL REPRESENTANTE DEL KEREN HAYESOD EN ARGENTINA

Marcelo Bancic

El 5785 nos dejó un tiempo de emergencia, reconstrucción y resiliencia. El 5786 nos convoca a renovar nuestro compromiso y continuar afrontando el desafío más complejo que nos toca vivir como Pueblo Judío: garantizar el futuro de Israel. 

Tras los dolorosos acontecimientos desde el fatídico 7 de octubre hasta hoy, nos unimos más que nunca y enfrentamos juntos la guerra con Irán. Desde Keren Hayesod, a partir de una campaña de emergencia que recibió una respuesta extraordinaria de ustedes, nuestros donantes, logramos responder de manera inmediata para acompañar a nuestros hermanos en Israel. 

El apoyo a la campaña de emergencia por parte de la comunidad judía argentina a través de las instituciones que la componen fue mucho más que un acto solidario: demostró que la unidad es nuestra fortaleza. Y que tanto en Israel como en Argentina seguimos trabajando por la continuidad, por nuestros hijos, para transmitirles el legado de nuestros abuelos. 

Y seguiremos expandiendo nuestra tarea, trabajando incansablemente por la reconstrucción, construyendo puentes entre comunidades, acompañando a quienes más lo necesitan y sosteniendo los proyectos estratégicos que garantizan un Israel fuerte, seguro y solidario.

Estamos convencidos de que, al unirnos, podremos construir un mañana más seguro, esperanzador y lleno de vida para todo Am Israel.

Que este 5786 sea un año de fortaleza, renovación y paz para cada uno de ustedes y sus seres queridos.

El Shofar acusa…Rabinos y líderes cuyo ego hiere a la Comunidad

Gustavo Michanie

Llega Rosh Hashaná y con él, el sonido del shofar. No es melodía, es un corte en el aire que nos obliga a despertar, a pensar y a hacer un balance de nuestro año. El Año Nuevo Judío no es espuma de brindis; es un espejo que nos pregunta quiénes fuimos, qué hicimos, qué dejamos de hacer, no solo como personas, sino también como comunidad.

El 7 de octubre de 2023 nos recordó que seguimos siendo el blanco de miles de odios en todo el mundo. Pero también debería recordarnos que ese odio no se combate con grietas internas. Es tiempo de pensar en serio que el otro (el que reza distinto, el que vota distinto, el que ama distinto) no es un enemigo. Solo tiene una manera distinta de ser o vivir su judaísmo, y en esa diferencia está la posibilidad de construir algo más grande que cualquiera de nuestros egos.

Casi dos años después, todavía hay 50 rehenes. Algunos con vida…rostros que el mundo archivó como si fueran un “tema pasado”, pero que para nosotros siguen siendo presente, ausencia, vigilia y reclamo para que vuelvan ya.

Apoyar a Israel no es solo decir que tiene derecho a defenderse de los ataques, es también luchar contra el terrorismo y contra quienes eligieron la muerte como bandera. Rechazo esa facilidad con la que algunos usan la palabra “genocidio” como un eslogan vacío, para borrar contextos, relatos y dolores. 

Como judío LGBTQ+, vivo estas fracturas en carne propia. Este año llegué a Israel el 12 de junio a las 16 hs, porque el día 13 era la Marcha del Orgullo Gay en Tel Aviv. Habíamos viajado para celebrar la vida en un lugar donde esa celebración no es la norma en casi ningún rincón de Medio Oriente. Esa misma noche se desató la guerra con Irán. Sirenas. Misiles. Correr a los refugios. La sensación densa del encierro. 

Mi grupo, en shock. Nuestros seres queridos en Argentina y otros lugares del mundo estaban con el corazón en la mano. Nuestra familia, nuestras amistades; nadie desde lejos encontraba manera de estar en paz. Sirenas que se activaban, aplicaciones de celulares que sonaban a cualquier hora y había que salir corriendo a protegerse.

Misiles que pasaban por arriba nuestro, algunos que cayeron a 800 y 1600 metros del hotel, en pleno centro de Tel Aviv. Allí hubo destrucción y familias afectadas; la ciudad misma era atacada. Llegamos para celebrar la diversidad y terminamos corriendo por la supervivencia. Ese contraste no se olvida. Tema aparte fue salir en medio de una guerra por países que supuestamente son amigos, pero cuyas sociedades siguen siendo muy antisemitas.

Hubo otra herida menos visible: aun nosotros estando en una visita oficial, ya que fuimos invitados por el Estado de Israel a participar de la Marcha del Orgullo, junto a delegaciones LGBTQ+ de otros países, vimos cómo estas han recibido el apoyo de sus embajadas (desde que comenzó la guerra ese día). Sin embargo, nuestra embajada nunca se hizo presente, ni siquiera con un llamado. Tal vez porque quienes hoy ocupan ese lugar lo hacen desde una mirada ortodoxa que no contempla a un colectivo como el nuestro. 

El silencio también habla, y a veces grita. Y ese silencio, lejos de proteger, profundiza la grieta, como si el hecho de amar, vivir o expresar nuestra identidad dejara a algunos al margen de la misma familia, cuando en realidad la fuerza de nuestro pueblo siempre estuvo en reconocerse en todas sus diversidades.

Lo mismo vemos en casa: quienes dicen representar a “todas las voces” y se autoproclaman dueños de la Mutual Israelita Argentina no permiten la integración del colectivo judío LGBTQ+ dentro de sus actividades, aun cuando muchos de nosotros somos socios. En su agenda no figura nada sobre diversidad LGBTQ+. Jamás se permitió que nuestro colectivo tuviera un espacio en sus actividades, tampoco nunca se autorizó nuestra presencia en su programa televisivo semanal (habiéndolo solicitado en varias oportunidades). 

En un reciente encuentro educativo, donde participaron más de 1700 profesionales y se desplegó una agenda amplísima, no hubo ni una sola actividad ni mención a nuestras realidades. Mientras tanto, en las escuelas comunitarias, en los templos y en los espacios socio-deportivos, los niños, niñas y jóvenes adolescentes siguen creciendo sin referentes, sin espejos donde reconocerse y sin políticas plenas de integración para estas minorías. Esa omisión no es neutra: es una forma de violencia silenciosa que profundiza las grietas, como si la diversidad no fuera parte legítima del mismo pueblo. 

Allí también algunos Rabinos y líderes comunitarios se adueñan del derecho a decidir por el resto y, en ese afán, compran silencios que terminan dañando más hondo. Es hora de entender que reconocer todas nuestras

identidades no debilita a la comunidad, la fortalece. Porque cuando cada persona puede verse incluida, el futuro se escribe con más fuerza, más dignidad y más verdad.

Nos escandalizamos por una bandera palestina en alguna movilización, pero nos quedamos callados cuando el odio baja desde el Poder o Gobierno de turno, atacando alguna minoría. Ese silencio también aturde. En los chats comunitarios, dirigentes que deberían dar ejemplo replican discursos que dividen y marcan más la grieta, atacan a partidos políticos y personas por tener voces disidentes, como si fueran herejes. Muchos “Rabinos” (Ortodoxos, Conservadores, Reformistas) se reparten una autoridad sobre “la Comunidad” que nadie les otorgó, como si su dogma personal fuera ley para todos. 

Las elecciones en este último año fueron el espejo más cruel. Vimos las de DAIA, las de AMIA, las del Congreso Sionista Mundial, y pronto serán las de OSA. ¿Resultado? Más grieta, más foto con el poder de turno, más egos con moño institucional. Se prometió combatir la judeofobia “a nivel Estado”, y lo que llegó fueron selfies, comunicados y ruidos de campaña. Dimos vergüenza.

Este nuevo año, si no empezamos a reconocer que, sin una comunidad pluralista, honesta, abierta y autocrítica, no hay futuro, seguiremos dando vergüenza. Seguiremos repitiendo la farsa de las elecciones comunitarias, seguiremos creyendo que donar un cheque compra eternidad, seguiremos posando en fotos que nadie recordará.

Desde Argentina, la paradoja es todavía más grotesca: dirigentes que aquí se proclaman de Derecha, en Israel defienden posiciones de izquierda; y viceversa. Discursos que cambian según la conveniencia del momento, según la billetera que abre puertas o cierra bocas. Altos dirigentes que, a fuerza de limosnas, se sienten dueños de la Comunidad, como si donar les diera derecho de propiedad sobre nuestras almas. Nos seguimos vendiendo al mejor postor, creyendo que con plata se compra legitimidad, pero lo único que se compra es silencio. 

Rosh Hashaná nos llama a otra cosa. Nos llama a la Teshuvá: a volver, a repensar, a mirar hacia adentro, admitir que este camino nos lleva al abismo. La judeofobia global no se combate con selfies, ni con el poder de turno, ni con comunicados altisonantes, sin consecuencias reales. La historia nos lo gritó demasiadas veces: cuando nos fragmentamos y los egos pesan más que la vida colectiva, perdemos todos.

No busco la discusión ni el enfrentamiento, sino abrir un espacio de reflexión que trascienda la grieta. Pido que esas distancias que muchos levantan y que algunos usan en beneficio propio no sean excusas para proclamarse dueños de la verdad, y tampoco de la Comunidad.
La verdad no es un acta, ni un sello, ni un título rabínico: la verdad se construye cuando podemos mirarnos como hermanos, aun en desacuerdo, y poder sentarnos todos en una misma mesa.
Ser judío y ser LGBTQ+ me enseñó lo mismo: el orgullo de existir. Ser una minoría dentro de la minoría. La primera vez que participé de una Marcha del Orgullo Gay sentí miedo y coraje a la vez: esa certeza de que tu sola presencia es resistencia. Hoy, como judío, vuelvo a sentirlo. Caminar con la frente en alto, mostrarnos en toda nuestra diversidad, transformar gritos sueltos en un canto común.
El shofar no suena para los poderosos que se creen dueños de todo. Suena para recordar que cada persona fue creada Betzelem Elohim, a Imagen y Semejanza de Dios. Que el que piensa distinto no es enemigo, es parte del mismo pueblo, aunque incomode. La pluralidad no es un eslogan para discursos institucionales, es condición para la supervivencia. 
Llega Iom Kipur: el día en que dejamos de comer para alimentarnos de verdad, de preguntas de balance final. El día de admitir daños, pedir perdón y reparar. Iom Kipur es el día en que Hashem nos sella en el Libro de la Vida, la Salud y las Buenas Acciones. 
Que seamos inscriptos y sellados en el Libro de las Buenas Acciones, que el Todo Poderoso nos traiga un año de Shalom y Simjá, que siempre recordemos “Kol Israel arevim ze la ze”, “Todo Israel es responsable uno del otro”. Porque el odio de afuera no va a desaparecer. Pero la indiferencia de adentro puede ser aún más letal. 
Que este 5786 nos bendiga con salud, sustento, alegría y paz, que podamos vivir y compartir nuestro judaísmo en toda su diversidad, como un Pueblo unido en la esperanza.

Shana Tová Umetuká y Gmar Jatimá Tová.

Entre Rosh Hashaná y Yom Kipur

Ethel Barylka

Los 10 Días de Teshuvá que van desde Rosh Hashaná a Yom Kipur son la parte final de un proceso de 40 días que comenzó el 1 de Elul. 

La Teshuvá, mal traducida como arrepentimiento, casi nunca es un acto instantáneo, sino que muchas veces precisa de un proceso más prolongado. Reconocer los errores, las transgresiones y las afrentas implica un trabajo arduo que nos cuesta más de lo que queremos reconocer.

La Teshuvá, el regreso, el retorno, el dar respuesta, presupone la capacidad de ser sinceros con nosotros mismos, mirarnos frente al espejo interno, atrevernos a vernos en toda nuestra desnudez…pero supone más que eso: el reconocimiento en voz alta, lo que la tradición denomina la “confesión de las transgresiones” – el Vidui – nos coloca ante la muy difícil experiencia de pronunciar en palabras esos actos. ¿Cuántas veces sabemos internamente que nos hemos equivocado gravemente y sin embargo no podemos admitirlo ni siquiera ante nosotros mismos, ahuyentando el pensamiento, justificando la acción, etc.?

Incluso durante el sacrificio de la culpa que se hacía en el Templo, lo central estaba en la declaración pública de la transgresión. La quema del animal podía servir de “materialización”, pero no podía reemplazar el proceso de confesión.

Cuando el hombre transgrede, falla, actúa incorrectamente. No es sólo la norma la que se quiebra, es una especie de ruptura entre el hombre y sí mismo. La Teshuvá implica la posibilidad de la reparación y el restablecimiento del equilibrio psíquico que nos permita continuar viviendo, pero hacerlo mejor.

Parecería entonces que es necesaria una actitud básica que nos permita comenzar el proceso. Los días marcados por el calendario y los rituales litúrgicos preestablecidos pueden ayudar dándonos un encuadre que nos dice algo así como “estamos todos en lo mismo”. Sin embargo, corremos el riesgo de caer en la automatización. Leer el texto de las plegarias, mientras nuestro corazón y nuestra mente están en otro lado. Los verdaderos momentos de conexión son escasos, de ahí las herramientas que vienen a ayudarnos, si nos atrevemos a permitirles que cumplan su función.

Dice Levinas “el rito no es en absoluto exterior a la conciencia, sino que la condiciona, le permite entrar en sí misma y mantenerse despierta”.

Uno de los conceptos más difíciles para nuestra generación es la idea de la Coronación de Dios como Rey. No somos monárquicos ni imaginamos a Dios como Rey, sin embargo, la metáfora aún es vigente.

No se trata solo de una acción interna de perdón o de pedido de perdón. Eso es parte, pero si no hay acción, reparación, restablecimiento del equilibrio humano, no alcanza. No es acallar la conciencia a través del pedido de perdón, sino asumir la responsabilidad y las consecuencias de los actos que realizamos y luego, en una acción dolorosa, tratar de restituir–nos. No podemos resetearnos. No podemos ni debemos borrar la memoria, sino por el contrario, es vivir con nuestro pasado, pero reubicado en una dimensión que nos permita crecer. ¿Y el Rey?

El Rey viene a recordarnos nuestra libertad humana. No somos súbditos de nada ni de nadie en la tierra. No debemos temer el poder de los poderosos. No le debemos nada a nadie más que a aquel que nos enseña nuestra conducta ética y moral. Algunos prefieren llamarlo conciencia. ¿Esa voz interna será la introyección del concepto de Dios?

Revisemos de aquí que debamos dedicar un tiempo a la Teshuvá.

En una de las plegarias de Rosh Hashaná leemos el versículo de Job 26:7 y “sobre la nada suspende la tierra” – תֹּ֥לֶה אֶ֝֗רֶץ עַל־בְּלִי־מָֽה.

La palabra ‘blimá’ que está escrita en el texto en dos palabras “bli – ma” significa literalmente bli – sin, ma- qué. De ahí la traducción “nada”. O sea, en una imagen plástica viene el versículo y nos dice, la Tierra está ahí, porque así Dios lo quiere, Él la sostiene sobre nada.

La guemará interpreta el versículo trayendo tres opiniones:

En la primera, nos habla de la modestia: “Rava dice, y algunos dicen, que el rabino Yojanán dice: Mayor es que el que se establece con relación a Abraham. Con respecto a Abraham, está escrito: ‘Y yo soy sólo polvo y cenizas’, mientras que con respecto a Moisés y Aarón está escrito: ‘Y qué somos nosotros’, es decir, ni siquiera somos polvo y cenizas. Y Rava dice, y algunos dicen que el rabino Yojanan dice: ‘El mundo perdura sólo por el mérito de Moisés y Aarón’. Está escrito aquí: ‘¿Y qué somos nosotros?’. Y está escrito en otra parte: “Él suspende la tierra sobre nada” (Job 26: 7). Es decir, la tierra perdura en el mérito de aquellos que dicen de sí mismos que no son nada, es decir, Moisés y Aarón” (Julin 89a).

En la segunda, la palabra no es leída como “bli-ma”, sino como una sola palabra, “blimá”, que

significa frenar o refrenar. Con respecto a ese versículo, el rabino Ile’a dice: “El mundo perdura solo por el mérito de alguien que se refrena [she-bolem] durante una pelea, como se dice: ‘Él suspende la tierra sobre nada’ [belima]” (l. c.).

En la tercera, habla casi de una anulación del hombre. “El rabino Abahu dice: El mundo perdura solo en el mérito de quien se presenta como si no existiera, como se afirma: ‘Y debajo están los brazos eternos’ (Deuteronomio 33:27), es decir, uno que se considera a sí mismo. Estar debajo de todo lo demás es el brazo eterno que sostiene el mundo” (l. c.).

Estas tres opiniones refieren a una condición humana necesaria para la existencia del mundo.  La condición de la humildad, por un lado, y el refrenamiento de la violencia, por el otro, ayudándonos así a entender algo de la actitud con la cual el hombre llega a los días de Teshuvá.

Reconociendo con humildad su condición del “polvo soy y al polvo volverás”, su condición humana básica. Cuerpo. La vulnerabilidad de su cuerpo, y su finitud. En una época en la que le parecería que las personas se creían inmortales, donde la longevidad de la vida desafía todo lo conocido, donde la ciencia nos permite imprimir órganos y trasplantarlos, vienen los días de Teshuvá a reacomodarnos. Viene la pandemia y nos pone el espejo frente a la cara.

Y reconociendo también nuestra capacidad, el riesgo y potencialidad de herir esa vulnerabilidad. De matar. De poner fin al otro.

Como una moneda de dos caras, la interpretación de la guemará nos dice que somos humanos, tenemos fin y límite, pero también somos humanos, porque podemos poner fin al otro. Una verdad en la que no acostumbramos pensar.

“Para mí, el rostro del otro en su precariedad e indefensión constituye a la vez una tentación de matar y una apelación a la paz, el ‘No matarás’” (PP, p. 147), dice Levinas. Sobre lo que dice Judit Butler:  “Esta última observación sugiere algo perturbador en varios sentidos. ¿Por qué la precariedad del Otro debería producir en mí la tentación de matar? ¿O por qué produce la tentación de matar al mismo tiempo que comunica la demanda de paz? ¿Hay algo en mi aprehensión de la precariedad del otro que me lleve a querer matarlo? ¿Es la simple vulnerabilidad del Otro lo que se me vuelve una tentación asesina? Si el Otro, el rostro del Otro, que después de todo es el que comunica el sentido de esta precariedad, me tienta a la vez con el asesinato y me prohíbe ejecutarlo, entonces el rostro sirve para producir una lucha en mí e instalarla en el corazón de la ética. Pareciera que se trata de la voz de Dios representada por la voz humana, pues es Dios quien dice por medio de Moisés ‘No matarás’.

El rostro que a la vez me vuelve asesino y me prohíbe matar es el que habla con una voz que no es la suya, una voz que no es una voz humana. Así, el rostro produce varios enunciados a la vez: transmitir agonía, vulnerabilidad, al mismo tiempo que una prohibición divina en contra del asesinato”.

Para poder hacer Teshuvá debemos salir de nuestra omnipotencia. Reconocer la fragilidad de la vida, transitar el recorrido interno con modestia y aunque sea por unos breves instantes, reconocer que no lo sabemos todo y que no todo está en nuestro control, pero aquello que sí podemos reparar es nuestro deber hacerlo. Pero, al mismo tiempo, reconocer nuestra potencial crueldad, derivada muchas veces de la misma omnipotencia.

Siguiendo esta línea de pensamiento, ¿cómo entender entonces la Mishná?

Las faltas del hombre para con Dios son perdonadas por el Día del Perdón, las faltas para con el otro no son perdonadas por el Día del Perdón, a menos que, previamente, no haya aplacado al otro.

Para la verdadera Teshuvá hace falta interactuar con el otro, salir de sí mismos y con humildad “aplacar” al otro. No es un pedido de perdón formal. ¿Quién es el otro al que tenemos que aplacar en la relación con Dios? ¿Por qué esas faltas son perdonadas por el día del Perdón? ¿Es más fácil el proceso de pedir perdón a otro y esperar su respuesta o el del perdón que depende sólo de Dios? ¿Hay acaso afrenta humana que no implique confrontar a Dios? ¿Se pueden separar?

En nosotros, la respuesta.

Rosh Hashaná: el antídoto contra el odio

Rab M.Ed. Rubén Najmanovich
Rabino, educador y comunicador

Rosh Hashaná no es solo el inicio del año judío: es una cita con la verdad, una invitación Divina a escuchar el eco de nuestra conciencia antes de que el ruido de la vida nos distraiga nuevamente. En estos días de juicio y misericordia, se nos propone revisar no solo nuestras acciones, sino la raíz de nuestras emociones: ¿Qué alimenta el resentimiento que albergamos? ¿Qué historias nos contamos para justificar el desprecio, el enojo, la indiferencia?

El odio, como la anosognosia espiritual, se instala cuando dejamos de reconocer nuestras propias heridas. Es más fácil apuntar al otro que asumir nuestros errores, más cómodo etiquetar que intentar comprender. Como aquellos pacientes que niegan su enfermedad, nuestra sociedad —y cada uno en su interior— fabrica narrativas en las que la culpa siempre está afuera. “El otro me provocó”, “los de tal grupo son así”, “yo solo respondo con justicia”, nos decimos. Y así, perpetuamos el ciclo del odio: racional, argumentado, auto justificado.

Pero Rosh Hashaná interrumpe esa lógica. Nos sacude con el sonido del shofar, un grito primordial que atraviesa las defensas del alma. Nos recuerda que no somos jueces sino juzgados, que no hay relato más verdadero que el que emerge cuando uno se enfrenta a la mirada del Creador. Ahí no hay excusas. Solo nosotros y nuestra responsabilidad.

El odio es una forma de idolatría: convierte al otro en una caricatura, lo reduce a un enemigo, borra su humanidad. Por eso la Teshuvá, la vuelta al origen comienza reconociendo que hemos perdido el rumbo no solo por lo que hicimos, sino por lo que sentimos sin cuestionar. Yom Hadin, el Día del Juicio, no evalúa solo actos, sino intenciones. ¿Cómo podemos limpiar nuestro corazón si nos negamos a ver sus manchas?

El judaísmo, con su sabiduría milenaria, ofrece en estos días un modelo para desactivar el odio: introspección, arrepentimiento, reparación, oración comunitaria y silencio interior. No hay atajos. Se nos invita a mirar con honestidad, a pedir perdón, a concederlo, a comprometer un cambio. Y en el proceso, a descubrir que el otro también lucha, también siente, también espera un año mejor.

Rosh Hashaná es el antídoto contra el odio porque nos humaniza. Nos recuerda que todos somos falibles, que todos anhelamos la redención, que el mundo necesita más compasión que condenas. Nos propone una visión en la que incluso quienes nos han herido pueden ser vistos como partes fracturadas del mismo cuerpo que queremos sanar.

En Rosh Hashaná no solo se decide nuestro destino individual: también se define el tono ético del año que está por comenzar. Es el momento en que cada alma puede renovar su pacto con la verdad, y cada comunidad puede redescubrir el poder transformador de la empatía. Porque el antídoto contra el odio no es solo el arrepentimiento personal, sino la construcción activa de puentes entre diferencias, la elección consciente de ver al otro como una posibilidad y no como una amenaza.

Los sabios enseñaron que el mundo se sostiene sobre la Teshuvá, la Tefilá y la Tzedaká —retorno, plegaria y justicia—. Pero hoy podríamos agregar que también se sostiene sobre la capacidad de reconocer el dolor ajeno como propio, y de convertir el juicio en compasión.

Que este Rosh Hashaná nos inspire a abandonar las narrativas que nos separan, y abrazar el coraje de mirarnos con sinceridad, reconciliarnos con quienes hemos excluido, y comprometernos con un año de palabras sanadoras, gestos verdaderos y corazones abiertos.

Si el odio divide, la Teshuvá reconcilia. Si el odio endurece, el shofar ablanda. Si el odio justifica, Rosh Hashaná pregunta. Y esas preguntas: —¿Quién soy cuando nadie me ve? ¿Cómo quiero ser escrito en el Libro de la Vida?— es el inicio del camino hacia un año de menos juicios y más encuentros.

Grupo DAAT

Aldo Donzis

DAAT (Conocimiento, en hebreo) está conformado por dirigentes y ex dirigentes de la comunidad judía, de todo el espectro comunitario, varios de los cuales hemos sido dirigentes de las entidades representativas de la comunidad en Argentina, Latinoamérica y a nivel mundial.

Entendemos que la interacción, tanto entre ex dirigentes y actuales, como la de compartir espacio entre escuelas, centros comunitarios, socio deportivas, templos, organizaciones internacionales, cámara de comercio, entre otras, genera un ámbito absolutamente enriquecedor para quienes lo integran y para sus instituciones.

El objetivo es que desde este espacio se pueda nutrir, cada miembro del grupo, de información y contactos con figuras de alta relevancia, que desde lo individual no todos pueden contactar y de esta manera pueda alcanzar no solo a los dirigentes, sino también a sus instituciones.

Las actividades del grupo han comenzado en el mes de abril del 2012 por iniciativa del Dr. José Hercman, quien lo ha conducido hasta hace dos años.

Realizamos cenas mensuales a las que invitamos a un orador para tratar temas de interés común (Política Nacional, Política Internacional, Economía, Derechos Humanos) e invitamos a acompañar a algunas personalidades relevantes en el tema como jueces, diputados, embajadores, etc.

DAAT no tiene fines de lucro ni recaudatorios, ni ideología política, ni puede ser utilizado para promocionar a ninguno de sus integrantes a cargos electivos tanto en el orden Nacional como en instituciones de la comunidad judía.

No hay restricción para los temas, con excepción de aquellos que promuevan discriminaciones, propongan ideologías antidemocráticas contrarias a los derechos humanos u ofensivas para cualquier credo.

El grupo lo integran más de 80 personas.

DAAT quiere agradecer muy especialmente al periodista  Gustavo Szpigiel, director de Vis á Vis, por el constante acompañamiento de nuestras actividades.

Han sido oradores invitados ex presidentes de la Nación, y en este último tiempo entre otros: Eyal Sela, embajador de Israel, Lic. Claudio Zuchovicki, Dra. Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, Ma. Inés Capdevila, periodista, Lic. Miguel Ángel Toma, ex secretario de la SIDE, Dr. Marcelo Aguinsky, juez, Dr. Franco Fiumara, juez, Dra. María Eugenia Talerico, Dr. Miguel Bronfman, Lic. Andrés Malamud,

analista internacional, Lic. Romain Nadal, embajador de Francia, Dr. Juan Carlos Maqueda, ex ministro de la CSJN, Lic. Luis Andrés Caputo, ministro de Economía.

Mensaje

Mientras nuestros pensamientos siguen coptados por los jatufim que aún siguen en manos del grupo terrorista Hamas, sin alimentos, sin atención médica, bajo torturas. 

Mientras los organismos internacionales no solo huyen de sus responsabilidades sino que premian y alientan al terrorismo internacional. 

Mientras grupos con ideologías que serían asesinados por Hamás los apoyan como si estuviesen comprándoles la soga a sus verdugos, tratando de ocultar que ese apoyo no es por simpatía a los palestinos, sino simplemente por odio a los judíos. 

Gobiernos ingenuos que plantean reconocer un Estado Palestino, como si la creación de un Estado se crease por una simple declaración, están apoyando la desaparición del Estado de Israel, porque la pretensión manifiesta es la destrucción del Estado y la muerte a los judíos.

Mientras somos testigos de todas estas situaciones que suceden en el mundo…

Confirmamos que la única lección que aprendió la humanidad, es que la humanidad no aprendió ninguna lección.

Nuestra fortaleza está por encima de grupos, ejércitos, imperios e ignorantes. 

Que este nuevo Rosh Hashaná nos encuentre unidos, fuertes y podamos desear Berajot, bendiciones, Simjá, alegrías y, sobre todo, Shalom, paz.

Que regresen a sus familias los secuestrados y los Jaialim sanos y salvos, para poder levantar las copas y una vez más, celebrar la vida.

Shana Tová Umetuká, Gmar Jatimá Tová

Juicio en ausencia

Raúl Woscoff, Alberto Indij y Javier Indij

Culmina un ciclo anual, tiempo de balance. 
La sanción de la Ley de Juicio en Ausencia renovó las esperanzas de justicia en la Causa AMIA, que estaba paralizada. 
La Justicia argentina avaló la aplicación del instituto para someter a juicio oral y público a los presuntos autores intelectuales y materiales del trágico atentado terrorista y reparar a las víctimas. 
El Juicio en Ausencia lo aplicó el Tribunal de Nüremberg a Martin Bormann y en Francia se aplicó a Alfredo Astiz por la desaparición de las monjas francesas Duquet y Domon. La Corte Suprema lo convalidó en casos de extradición y lo propio hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Los autores de este opúsculo trabajamos afanosamente para que se tomara conciencia de la necesidad de esta herramienta jurídica. Hubo que derribar prejuicios fundados en visiones perimidas del orden jurídico. No viola la Constitución ni el principio de irretroactividad de la ley penal que se limita a los tipos penales y a la severidad de la pena. 
La impunidad tras 31 años es una vergüenza nacional. Es ilógico y atenta contra el sentido común que imputados prófugos, conocedores de la existencia de la imputación, no puedan ser enjuiciados por su sustracción deliberada. Las alertas rojas son insuficientes. No hay cooperación internacional. Irán respondió con sorna a los exhortos diplomáticos. 
El juicio puede terminar en condenas o en absoluciones, pero evita la impunidad biológica derivada del fallecimiento de acusados y testigos. 
Queremos destacar la lucha de Luis Czyzewski, los aportes del doctor Franco Fiumara y el trabajo de legisladores nacionales que estuvieron a la altura de las circunstancias. 

Shaná Tová Umetuká y paz en Israel.

Entre lo que queremos y lo que esperamos

Por Dres. Ariel Gelblung y Darío Pendzik
Director y Director Asistente del Centro Wiesenthal para América Latina

La llegada de Rosh Hashaná y Iom Kipur nos trae una nueva oportunidad para comunicarnos.

Como directores de la oficina latinoamericana del Centro Simon Wiesenthal, una organización dedicada a combatir el antisemitismo, recibimos con frecuencia una pregunta inevitable: ¿qué pensamos del momento que estamos atravesando?

Y por supuesto, aunque duela, no hay que negar la realidad: transitamos el momento más crítico desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Ante esto, surge la gran pregunta: ¿qué mensaje esperanzador podemos transmitir?

Por supuesto que lo más fácil sería prometer que “todo va a pasar“, pero no sabemos ni cómo ni cuándo. Y aun cuando llegue ese momento, el odio no desaparecerá: se transformará, quizá disminuirá en intensidad, pero no se extinguirá; quedará agazapado, esperando una nueva oportunidad para brotar.

Entonces, ¿eso significa que no hay lugar para deseos positivos?

De ninguna manera. El terror no puede robarnos el derecho a soñar ni la obligación de trabajar por una realidad mejor. 

Los Iamim Noraim nos invitan justamente a eso, a reflexionar sobre lo que deseamos y estamos dispuestos a construir:

– El fin de la guerra y la vuelta a casa de los secuestrados.

– Paz en Medio Oriente y la construcción de fronteras seguras, pensando en cooperación y no en destrucción.

– Que nuestros estudiantes y docentes no tengan miedo de ir a sus universidades. 

– Que podamos identificarnos como lo que somos sin miedo en las calles del mundo.

También reflexionamos sobre aquellas metas a lograr en nuestra región:

– Una fructífera presidencia argentina de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, que sirva para contagiar otros países del continente, tanto en la adopción de la definición como en el deseo de participar de tal organismo.

– Que se condene a quienes tienen iniciadas causas por antisemitismo.

– Que en las próximas elecciones regionales, las sociedades latinoamericanas cambien aquellos gobiernos que han tomado el antisemitismo como política de estado.

Y finalmente, un deseo personal: que usted, lector o lectora, encuentre en este nuevo año la fuerza para concretar sus proyectos y alcanzar sus metas.

Shaná Tová Umetuká

El mes de Elul y las preguntas trascendentes

Rab Daniel Goldman

Ya estamos transitando el mes de Elul, el último del calendario hebreo. Con él, el ciclo del año judío comienza a cerrarse y nos invita a disponernos a vivir las jornadas más intensas de nuestra tradición: Rosh Hashaná, el Año Nuevo, y el Iom Kipur, el Día del Perdón. No se trata de simples fechas en el almanaque: son momentos que nos piden detener el ritmo vertiginoso de lo cotidiano para abrir un espacio de revisión personal y comunitaria.

Elul es, en ese sentido, un mes de preparación. No solo para formular deseos de un buen año, sino para ejercitarnos en la introspección, en el balance de lo que fue y en la proyección de lo que deseamos que sea. Preguntarnos, con honestidad, sobre nuestro recorrido es quizás uno de los actos más contraculturales de nuestra época. Vivimos en un mundo que nos empuja permanentemente hacia adelante, a consumir novedades, a llenar los silencios con ruido. Y, sin embargo, Elul nos propone detenernos y escuchar. 

En palabras de Jorge Luis Borges: “El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego”. Esta experiencia nos recuerda que, lejos de ser meros pasajeros del calendario, somos también responsables de darle sentido al fluir del tiempo.

Las preguntas que nos hacemos en este tiempo no son nuevas, pero sí necesarias de renovar. ¿Cuánto hemos madurado desde el último ciclo? ¿Qué transformaciones buscamos en nuestra vida interior? ¿Qué actitudes nos atrevimos a revisar y cuáles quedaron intactas? ¿Qué volveríamos a hacer con gusto y qué preferiríamos dejar en el pasado? ¿Qué cosas hoy nos conmueven que antes nos eran indiferentes? ¿Qué hábitos abandonamos y cuáles logramos incorporar? Estas preguntas, sencillas en apariencia, tienen la capacidad de desarmar certezas y abrir caminos.

El maestro Sigmund Golaczek solía recordar: “Tú esperas de ti, los otros esperan de ti, y tú esperas de los otros haber madurado durante este año. Madurar significa sacralizar el tiempo en sensatez y en sabiduría”. No se trata de un mero paso del calendario: crecer biológicamente es inevitable, madurar

espiritualmente es una elección. Y esa elección requiere el coraje de cambiar lo necesario, aun cuando duela.

Personalmente, me resulta difícil aceptar una visión que sostiene que todo está predeterminado. Creo, más bien, que la fuerza de nuestra tradición es una invitación permanente a ejercer la libertad. No somos marionetas de un destino escrito de antemano: son nuestros actos, nuestras decisiones, los que configuran la trama de los acontecimientos. Y en ese sentido, nunca es tarde para comenzar de nuevo. Nunca es tarde para intentar otras cosas.

Este tiempo nos recuerda que no estamos condenados a los errores del pasado. Tenemos la capacidad de superarnos. No es cierto que “todo siempre fue así”. Esa frase, tan instalada en la cultura, es enemiga de la esperanza. Al contrario: la posibilidad de cambiar, de salir de la repetición, es lo que otorga sentido a nuestra vida. Cuando enfrentamos las sombras de la mentira y la indiferencia, nuestra existencia recupera un carácter sagrado.

Por eso, Elul también nos enseña a cultivar la humildad. Solo desde allí podemos dejar atrás la soberbia, la irresponsabilidad o la inercia que nos paraliza. La humildad no es resignación, es la fuerza para reconocer límites y la valentía de tomar decisiones. En ese gesto se dignifica la vida, se fortalece el respeto propio y se profundizan los significados.

Ahora bien, la introspección que propone este mes no es únicamente individual. También es comunitaria y social. Nuestros actos tienen impacto más allá de nuestra biografía personal. Cada pequeño cambio, cada corrección, cada paso hacia adelante es también un aporte a un mundo más justo y habitable. Vestir al necesitado, alimentar al hambriento, colaborar en la educación de nuestro entorno, crear condiciones de salud básicas, aprender a convivir con quienes piensan distinto: todo esto forma parte de ese ejercicio espiritual. No es una lista de buenas intenciones, sino un programa de acción.

La tradición nos recuerda que no hay espiritualidad sin compromiso ético. Que la oración sin la acción queda incompleta. Que el balance del alma solo cobra sentido si se traduce en gestos concretos hacia los demás. Esa es, quizás, la invitación más radical de Elul: vincular lo íntimo con lo colectivo, lo personal con lo social, lo eterno con lo cotidiano.

Intentémoslo. Atrevámonos a tomar en serio la oportunidad de este mes. Porque si lo hacemos, los resultados no solo marcarán un nuevo comienzo para cada uno de nosotros, sino que también pueden ser trascendentes para quienes nos rodean. Y, en definitiva, de eso se trata: de renovar el tiempo, darle espesor, convertir el paso de los días en un camino de vida.

Shaná Tová no tan Metuká…

Martha Wolff

Celebrar este año nuevo judío es estar vivo y tener fuerza para festejarlo. Será el segundo del viejo y nuevo recrudecimiento del antisemitismo. 

Viejo porque la historia de nuestro pueblo tiene un calendario de ataques sufridos que, con la creación del Estado de Israel, la defensa hizo posible saber que nunca más nos iban a avasallar. 

Pero el 7/10 demostró lo contrario porque comenzó otro calendario, una especie de fecha Hiroshima Terrorista de Hamás, cuando tribus bárbaras se lanzaron sobre Israel. Destrucción y muerte como un carnaval, al igual que en las fiestas paganas, se desató una lujuria, invadiendo y asesinando. 

A partir del 7/10, cada segundo es una alarma para los judíos que vieron cómo se le cayó al mundo la careta de la tolerancia, palabra horrible que esconde odio agazapado. 

El 7/10 hizo girar en sentido opuesto las agujas del reloj, pues el tiempo pasado se hizo presente y esa fecha marcó un tiempo y un calendario que ya no son solo siglos o años, sino que marca a diario, a minutos, a segundos, la universal calumnia y ataques a los judíos. Se ha perdido la seguridad que todo estado presta a sus ciudadanos y cada antisemita se erige en un vengador de una fábula milenaria inventada a un pueblo que resistió las invasiones y conversiones porque resistió con su fidelidad a su pertenencia. Las noticias diarias no dejan de asombrar por la locura generalizada como un tsunami, en la que se señala a los judíos genocidas, absurda calificación de los genocidas de mente antisemita.

La pequeñez del territorio de Israel es directamente proporcional a su grandeza en el concierto de las naciones. Y cada judío, que representa el 0,02 % de la población mundial, es una luz ante el oscurantismo de los fanáticos obedientes a mandatos religiosos y políticos enfermos de poder y dominación. 

El panorama para la judeidad huele a una propaganda putrefacta que proviene de riquezas naturales que producen fortunas, de vastedades de tierras, de jeques que mantienen a sus pueblos en la ignorancia y la pobreza que los condena a vivir bajo

su yugo, y también de los países democráticos y los recargados de inmigrantes musulmanes con miedo a la reacción de esa población, que tienen una lectura errónea de los derechos humanos más humanos para unos que para otros…los judíos.

Los judíos nunca dejaron de celebrar sus fiestas aún en los campos de concentración y exterminio con un mendrugo de pan o de memoria, encendieron una vela imaginaria mirando a las estrellas o con un rayo de sol y hambrientos saborearon de memoria la mesa familiar, la sinagoga, la comunidad. 

Y este Año Nueva Judío 5786 seguiremos celebrando con nuestra fuerza espiritual la admiración de nuestros soldados, y esperando a los rehenes que son el resumen del máximo ser judío al que hay capturarlo, esconderlo, canjearlo como si fuera una mercadería por delincuentes, hay que torturarlo y hambrearlo al igual que en la Shoá. 

¡Shaná Tová no tan Metuká!

El mensaje del representante del Frente Sionista Liberal Herut Argentina en Córdoba

Alfredo Germán

Desde el Frente Sionista Liberal Herut Argentina les hacemos llegar a nuestros hermanos en Israel y a toda la Comunidad judía un Shaná Tová Umetuká, feliz 5786.

En este nuevo Año dirigimos nuestra mirada con orgullo hacia el Estado de Israel, sus habitantes, sus soldados, hombres y mujeres que defienden con su vida la existencia del Estado y la de todo el pueblo judío. Israel seguirá por siempre siendo faro de luz para el mundo.

Única democracia en Medio Oriente. Hoy uno de los países más felices del mundo. Líder en  ciencia y tecnología.

Con inmensa alegría reafirmamos el legado de nuestro mentor Zeev Jabotinsky: ”El Sionismo es intrínsecamente moral y justo”.

Los aliados olvidados

Víctor Zajdenberg

Extracto de los libros “The Forgotten Ally”, de Pierre Van Passen, y “A la Verdad por el Error”, de Jaim Weitzman.

Hubo un instante en el siglo pasado, hace más de 100 años, en que el Pueblo Judío y el Pueblo Árabe fueron, por un corto tiempo, aliados y, a su vez, ambos pueblos llegaron a ser partícipes indispensables de la mayor potencia económica y militar de aquella época, Gran Bretaña, en la guerra.

En esa etapa histórica, Inglaterra y Francia integraron La Entente, que luego se transformaría en La Triple Entente con el ingreso de la Rusia Zarista a la Primera Guerra Mundial (1914 – 1919).

El otro bando en la guerra estaba constituido por la Alemania del Kaiser, el Imperio Austro-Húngaro y, al poco tiempo, se les acopló Turquía y su Imperio Otomano.

El antagonista común de árabes y judíos; el odiado conquistador y ocupante de sus territorios durante casi 500 años era, en aquel entonces, el Imperio Turco que en 1453 asaltaba Constantinopla e invadía todo el Cercano Oriente y Palestina.

Brillante oportunidad para el Imperio Inglés de prometer al Pueblo Judío y al Pueblo Árabe liberar sus tierras del yugo otomano como premio por la colaboración de ambos en la guerra con Turquía.

Los ingleses destinaron al famoso comandante “Lawrence de Arabia” para incorporar a los árabes a la lucha proveyéndoles de instrucción y armamento.

Famosas fueron las conquistas de manos turcas de la ciudad de Akaba, el desierto Jordano e Irak con la arremetida árabe que “Lawrence” había proyectado. Paralelamente, el Ejército Inglés entra a Palestina desde Egipto y el General Allenbi, con apoyo de brigadistas judíos, penetra en Damasco-Siria y termina de desalojar a los turcos.

Simultáneamente, el ministro inglés Lord Balfour presenta el 2/11/1917 una Declaración de su gobierno, la célebre “Declaración Balfour”, proclamando la constitución de un Hogar Nacional Judío en Palestina como retribución a los aportes científicos del Dr. Jaim Weizman y el esfuerzo de los combatientes judíos en la guerra que libraba Gran Bretaña.

Las relaciones entre los representantes árabes y judíos en los acuerdos y declaraciones no podían ser mejores.

El 12/03/1918 se firmó un Acuerdo entre el Emir Faisal y el Dr. Weizman donde participó Felix Frankfurter, Delegado Sionista de los Estados Unidos, y “Lawrence de Arabia” como representante inglés.

El Acuerdo fue elaborado con un lema común: “Arabia para los árabes y Palestina para los judíos”.

El 3/3/1919, el Emir Faisal escribe una carta notable a Felix Frankfurter. de la cual solo se reproduce una pequeña parte: “Deseo aprovechar esta oportunidad de mi primer contacto con los sionistas norteamericanos para decirle lo que he dicho a menudo al Dr. Weizman.

Creemos que los árabes y los judíos son primos de raza, que sufren opresiones similares y que unidos se han podido dar los primeros pasos hacia el logro de los ideales nacionales.

Nosotros los árabes contemplamos con la más profunda simpatía al Movimiento Sionista.

Sabemos que las propuestas presentadas por la Organización Sionista son moderadas y apropiadas.

Les deseamos a los judíos la mas cordial bienvenida a la patria.

Con el Dr. Weizman estamos trabajando juntos por un Cercano Oriente reformado y renacido y nuestros ambos movimientos se complementan en esa obra.

El movimiento judío es nacional y no imperialista.

El movimiento árabe es nacional y no imperialista.

Anhelo y mi gente anhela conmigo un futuro en el cual nos ayudaremos recíprocamente, de manera tal que los países en que estamos mutuamente interesados puedan tomar su lugar en la comunidad de los pueblos civilizados del mundo. Sinceramente suyo, Faisal”.

Pues entonces…¿Que sucedió en los años siguientes?

El Imperio Colonialista Francés sacó a relucir de la galera los Acuerdos Sykes-Picot de 1916 firmados con el Imperio Colonialista Inglés, a los efectos de repartirse el botón después de la Guerra, y junto con este acuerdo oficial había otro secreto que lo especificaba con lujo de detalles.

El 8/10/1920 se firma el Tratado de Sevres en el cual Irak, Transjordania y Palestina pasan a manos del Mandato Británico y el territorio Sirio-Libanés será administrado por el Mandato Francés.

El Emir Faisal fue destronado, despidieron a Lawrence de Arabia y el Hogar Nacional Judío fue prorrogado sin fecha, lo que impidió poder salvar a millones de judíos, más adelante, durante el fuego del terror nazi.

Todas las promesas realizadas fueron olvidadas por Gran Bretaña inducida por la ávida Francia.

Todos los esfuerzos invertidos en procurar un Medio Oriente de paz y progreso, el sueño de Faisal, Weizman y Lawrence fueron borrados por las potencias coloniales en su afán desmedido de poder.

Mientras tanto, se sembraron las semillas sangrientas de los futuros acontecimientos terroristas de la Segunda Guerra Mundial y del inacabado Conflicto Árabe Israelí.

Los Iamim Noraim nos colocan frente a un espejo espiritual

Brian Menes Wainstein
Centro Hebreo Ioná

No son unos días más en el calendario, sino un tiempo que se abre para nosotros en el tiempo. 

El sonido del shofar nos despierta del letargo y nos recuerda que la vida puede transformarse, que cada palabra y cada gesto importan. 

En estas jornadas se entrelazan teshuvá, tefilá y tzedaká como caminos de retorno, de conexión y de compromiso con el otro. 

El Talmud enseña: “Todo aquel que perdona a los demás, es perdonado desde el Cielo” (Rosh Hashaná 17a), subrayando que la verdadera renovación surge del encuentro humano, del saber pedir perdón y también del saber otorgarlo. 

Este año, en el Centro Hebreo Ioná nos guía el lema «Ajshav – Ahora». Porque no hay que esperar un futuro lejano para cambiar: la oportunidad está en este instante, en cómo hablamos, en cómo elegimos construir comunidad, en cómo abrazamos la esperanza y en cómo entendemos que solamente estando juntos podemos atravesar cada una de nuestras tormentas. Que estos días sagrados nos encuentren con la  fuerza necesaria para transformar, con humildad para reconocer y con unidad para escribir juntos un año de bendición y, de una vez por todas, con todos nuestros hermanos en casa. 

Shana Tova Umetuka

Rosh Hashaná y Yom Kipur, días para fortalecer nuestras fuerzas internas

Eliahu Hamra
Gran Rabino de AMIA

De cara a los complejos desafíos que enfrentamos, quiero evocar un Rosh Hashaná singular, ocurrido a mediados del siglo V antes de la era común, tras la finalización del exilio en Babilonia.

En aquel entonces, muchos judíos habían regresado a su tierra y el Segundo Templo se erguía renovado. Sin embargo, la realidad del pueblo no había cambiado de manera milagrosa: persistían las amenazas externas, las divisiones internas y una creciente asimilación.

La supervivencia de nuestro pueblo en esa época se debió en gran medida a dos grandes líderes: Nehemías, el estadista y diplomático, y Ezra, el maestro y erudito. Ambos comprendieron que lo esencial no era una estrategia militar ni política, sino una profunda transformación espiritual. El pueblo necesitaba una identidad clara, un marco de valores, un conjunto de creencias, un modo de vida. En síntesis, lo que ese tiempo demandaba era volver a la Torá y renovar la alianza entre el pueblo de Israel y Di-s.

En Rosh Hashaná reunieron al pueblo ante la Puerta del Agua en Jerusalén. Esra les leyó la Torá, y los educadores se dispersaron entre la multitud para explicar lo que escuchaban. Al darse cuenta de lo lejos que se habían alejado de su misión, la gente comenzó a llorar. Entonces Nehemías pronunció las palabras que encierran uno de los secretos de la supervivencia judía:

«Hoy es sagrado para el Eterno, vuestro Di-s. No os lamentéis ni lloréis… Id, comed manjares sabrosos y bebed dulzuras, y compartid con quienes nada tienen preparado… No os entristezcáis, porque la alegría del Eterno es vuestra fortaleza» (Nehemías 8:9-10).

El pueblo judío nunca perdió su capacidad de celebrar. Incluso en tiempos de pobreza y opresión, conmemoraban el Shabat y las festividades con la dignidad de quienes se reconocen hijos de reyes. Estudiaban Torá como nobles de espíritu. Festejaban bodas con alegría, como si no hubiera preocupaciones en el corazón. Esa misma resiliencia la sentimos hoy en Israel y en las comunidades judías de todo el mundo, en todos los momentos difíciles que atravesamos desde el 7 de octubre. 

La fuerza del pueblo judío está en que jamás dejamos que nuestros enemigos nos arrebaten la capacidad de reír, de brindar, de

cantar y de decir Lejaim. Nehemías, el gran líder y diplomático de su tiempo, tenía razón: «La alegría del Eterno es vuestra fortaleza».

No es fácil alegrarse en tiempos difíciles. Requiere disciplina del cuerpo y del alma. Supone cultivar la gratitud y el optimismo.

Hoy, más que nunca, necesitamos de nuestras reservas internas para enfrentar lo desconocido.

El judaísmo ofrece una respuesta en tres palabras, que decimos en una de las plegarias centrales de estos días sagrados: Teshuvá, Tefilá y Tzedaká –retorno, oración y caridad. 

Teshuvá nos recuerda que el judaísmo es nuestra brújula interior, guiándonos incluso cuando no tenemos mapa. No es casualidad que el objeto más sagrado en el judaísmo sea el Sefer Torá, que puede cargarse encima. En el Tabernáculo y en el Templo de Jerusalén, las varas del Arca jamás se retiraban, para que la Torá, contenida en su interior, siempre estuviera lista para acompañar al pueblo de Israel, incluso en una partida repentina. La inseguridad ha marcado nuestra historia durante generaciones, y sabemos cómo vivir con ella. Porque aunque el mundo cambia, nuestros valores permanecen.

Rosh Hashaná y Yom Kipur, las dos festividades cuyo tema central es el tiempo mismo, nos enseñan cómo enfrentar el futuro sin miedo. Por eso, ya sea que afrontemos antisionismo, antisemitismo creciente o dificultades personales, estos son los días en que fortalecemos nuestras fuerzas internas para hacerlo con seguridad, confianza y fe.

Los valores que el judaísmo nos enseñó –la santidad de la vida, la dignidad de cada individuo y el mandato de instaurar la paz– siguen siendo tan convincentes hoy como lo fueron cuando Moshé los transmitió por primera vez. 

No estamos solos: Di-s está con nosotros. Por eso atravesamos el desierto del tiempo sin temor ni ansiedad. Nuestros valores, nuestra fe y nuestra manera de vivir no cambian. Esa es la razón por la que podemos enfrentar el cambio sin luchar contra él y sin que nos derrote.

Recemos este año con mayor devoción por la paz, por Israel, por el pueblo judío, que es nuestra familia extendida, y por el mundo entero. Abramos nuestro corazón a la Presencia Divina.