¿Con qué AMIA te encontraste?

 

AMIA es una de las organizaciones sociales más importantes de la Argentina. Y eso se puede ver y sentir ni bien uno ingresa al edificio y a sus distintas sedes. La cantidad de proyectos, actividades, iniciativas que se realizan, en distintos planos y campos de acción, hace que la institución tenga una dinámica y un despliegue tan intenso y pujante que debe enorgullecer a toda la comunidad.

¿Qué te gustaría aportar en tu gestión?

 

AMIA trabaja en pos de lograr la equidad y la inclusión social, y bajo esta premisa se orientará y se enfocará nuestra tarea. Trabajaremos prioritariamente para poder brindar más oportunidades, más espacios de integración, y más respuestas concretas a cada necesidad social que se presenta. Cumplir con esta misión poniendo en práctica y honrando valores milenarios es nuestro gran compromiso. Lo llevaremos adelante desde una mirada integral y profesional, apoyándonos en el trabajo en equipo, el diálogo abierto y un amplio sentido de la cooperación.

¿Cuáles son los principales objetivos?

 

Trabajar en beneficio de la comunidad es el objetivo que compartimos quienes integramos la nueva Comisión Directiva. Y lo haremos en todos los campos de acción en los que AMIA despliega su misión: programas sociales, infancia, juventud, personas mayores, discapacidad, empleo, educación, cultura, voluntariado, sepelios, rabinato, arte, trabajo en el interior del país, etc. 

Sabemos que todas las áreas cumplen una misión esencial. La educación judía, sin dudas, es una prioridad. Sabemos que menos del 50% de las niñas y niños de familias judías asisten a escuelas de la Red. Tenemos la mitad de la población fuera del marco comunitario. 

 

Debemos trabajar para elevar ese porcentaje en forma significativa. También queremos reposicionar a AMIA dándole un criterio federal, apoyando a las comunidades de todo el país. El Vaad Hakehilot, que está celebrando sus primeros 70 años, tendrá un rol preponderante en este sentido.

 

También vamos a finalizar las obras iniciadas para la remodelación de la sede de la calle Loyola, para brindar una mejor atención de los servicios de sepelios y ofrecer a las familias un ámbito de mayor comodidad y recogimiento en momentos tan especiales como los generados al despedir a sus seres queridos. 

En el acto por el 28° aniversario del atentado dijiste una frase muy impactante: «La causa judicial es un fracaso humillante». ¿Qué le podes decir a la comunidad judía, a la sociedad toda, que esperan justicia?

 

Más allá del hondo sentimiento de fracaso que compartimos, todos tienen que saber que nuestro reclamo sigue siendo el mismo: por memoria y por justicia. Y que no nos vamos a acostumbrar a convivir con la impunidad. Éticamente, no podemos permitirlo. Y a pesar del paso del tiempo, y de la impotencia por la falta de justicia, todos tienen que saber que no vamos a bajar los brazos. El 18 de julio de 1994, AMIA –como blanco elegido por el terrorismo internacional– inició un camino irrenunciable en la búsqueda de justicia, un camino que lo seguiremos recorriendo con toda la convicción, por la memoria y en honor a quienes ya no están.

 

En tiempos tan especiales como Iamim Noraim, ¿qué reflexión le brindás a la comunidad judía argentina?

Creo que volver a las fuentes del sagrado conocimiento y aprender de nuestras tradiciones nos da fuerza para culminar un año, trazando un balance justo, y darle la bienvenida a un nuevo tiempo.

El precepto Veahavta Lereajá Kamoja (“Ama a tu prójimo como a ti mismo”) y el sagrado mandato de reparar el mundo son dos guías que nos interpelan para dar lo mejor de nosotros, para poder construir, día tras día, una sociedad mejor, en la que la paz, la armonía, la solidaridad y el respeto mutuo estén presentes.

En nombre de AMIA, quiero llegar mi deseo para que todos podamos crear y habitar un mundo mejor, para que la prosperidad nos acompañe a lo largo del nuevo año que está a punto de empezar. Que el fruto de nuestras buenas acciones nos permita recorrer un camino lleno de bendiciones para todos.

 

Shaná Tová Umetuká.