La salida a la crisis

 
Por el Rabino Alejandro Avruj
Rabino de la Comunidad Amijai y presidente de la Asamblea Rabínica Latinoamericana del Movimiento Masorti.


El poeta alemán Bertolt Brecht fue perseguido por el nazismo y condenado al exilio por sus ideas políticas. Testigo de los tiempos más oscuros de su sociedad y de la fragilidad del alma humana, escribió: “La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer”.

 

Los “Iamim Noraim”“Los Días Terribles”, son días donde nos enfrentamos a la crisis de mirar a los ojos, al tiempo. La crisis existencial de lo que todavía no se fue, y de lo que aún no ha llegado. De todo aquello que no logramos dejar atrás, y de lo que todavía no somos.

Es una gran definición para los sentimientos que sobrevuelan estos días. Un año envejecido, cansado, que no termina de morir. Un año joven, esperado, que no se anima a comenzar. Y la crisis interior que genera el vivir entre los tiempos. Por un lado, la crisis de la angustia: la que pide dejar en el año que aún no muere todo lo que nos cambió la vida este tiempo, y todo lo que no logramos cambiar. Por el otro, la crisis de las expectativas: la que espera que el año que aún no nace nos devuelva algo de lo que esta nueva normalidad nos quitó. La que ruega por un año un poco más dulce.

La palabra “crisis” viene del verbo, en griego antiguo, “krinein” que significa “juzgar para tomar una decisión”, y de su sustantivo “krisis”, que significa justamente “juicio” o “decisión”. Rosh Hashaná también lleva el nombre de “Iom Hadin – El Día del Juicio”. Por lo que esa noche nos llama a enfrentar nuestras crisis, llevarlas a juicio, para entonces tomar decisiones. Decisiones que logren cerrar los tiempos viejos, para hacer nacer los tiempos nuevos.

La palabra “crisis” en hebreo se dice: “Mashber”.  Y dentro de nuestros textos sagrados toma al menos tres significados:

 

El primer “Mashber” es un verbo, y lo encontramos en el Libro del Éxodo (32:19). En el momento de mayor crisis del relato bíblico, Moisés baja con las Tablas de la Ley en sus manos y ve al pueblo adorando un becerro de oro. El profeta, quebrado por la desilusión, arroja las Tablas de sus manos. El texto dice: “Vaishaber otam tajat haar” – “Y las quebró a los pies del monte”.  La palabra “Mashber – crisis” aquí es utilizada para describir el quiebre de un pacto. El pacto entre el cielo y la tierra estaba roto. Cuando el pacto que une un vínculo se quiebra, sea un pacto social, de amor, de confianza o de amistad, pareciera que ya no queda margen para ningún futuro. Sin embargo, en el texto, las Tablas rotas son apenas el preludio de la escritura de las nuevas Tablas. Lo que genera el quiebre es un nuevo pacto. Un pacto que se hará eterno, hasta hoy. Las Tablas nuevas serán escritas con el conocimiento de lo que se quebró. Desde esta perspectiva, la crisis que vivamos es la oportunidad de escribir un pacto nuevo, más sólido, más fuerte, más real. Un nuevo pacto, pero con el sello del recorrido de nuestra sabiduría.

 

El segundo “Mashber” es descripto como un estado emocional y se encuentra en el Libro del profeta Ioná. Según el relato, Ioná quiere escapar de su misión en el mundo y parte en un barco hacia cualquier lugar. Una tempestad lo arroja al fondo del mar y es tragado por una ballena. Aislado, solo, distanciado del mundo que alguna vez conoció, se pone a rezar: “Naar isobebeni, kol Mishbareja vegaleja alai abaru” “Me rodearon las aguas, todas las ondas y las olas cayeron sobre mi” (Ioná 2:4). La imagen de la crisis aquí es la del agobio, la del peso de lo que nos hunde. La carga de lo cotidiano, el stress de lo urgente, ese estado de abatimiento donde falta el aire. Cuando en silencio notamos que, lentamente, la realidad nos arrastra hacia abajo. Conocemos como Ioná el peso y las consecuencias del aislamiento y la soledad. Es desde las profundidades donde Ioná inspira profundo y se conecta con la Fuente, con el Origen de Todo. Renace, sale otra vez al mundo y se transforma en un agente de cambio para su sociedad. Allí, en la crisis de las profundidades y la soledad, descubre el sentido de su vida. Se hace la voz que llama al cambio, desde la raíz de los conflictos. En esta lectura, una crisis es el origen de la renovación y el re-descubrimiento de la misión.