Rosh HaShaná es, según nuestro calendario, el “simbólico aniversario” de la creación. Nuestros sabios han establecido este cálculo de los años y es netamente judío.

 

Podríamos decir entonces que el relato de la creación es universal, y como hoy celebramos un comienzo propio del pueblo judío, leemos el nacimiento de Itzjak, que fue el primer ser humano que nació en el marco de una familia judía.

 

Abraham su padre, fue el primer judío, pero él no nació en una familia judía, sino que tuvo que salir de la casa de su padre, siguiendo las palabras de nuestro creador: ¨Vete de tu país, de tu lugar natal, de tu casa, a la tierra que te mostraré¨, dice la Torá, “y allí tendrás que comenzar una nueva forma de vida”.

 

Y lo hizo, junto a su esposa Sara. Pasaron los años y nació Itzjak, con quien compartió esta nueva forma de vida.

 

Itzjak, en cambio, no tuvo que irse de la casa de sus padres. Poseía educación y una formación dentro de un hogar con valores judíos. No tuvo que esperar como su padre 99 años para aceptar el pacto, a través del Brit Mila. Itjzak fue el primer hombre que lo realizó a los ocho días, como nos ordena la Torá.

 

Rosh HaShaná es un nuevo comienzo, y al leer el nacimiento de Itzjak celebramos la renovación del tiempo…pero del tiempo judío.

 

En estos días hacemos nuestro Jeshvon HaNefesh, un balance del año que pasó, donde nos evaluamos como seres humanos, dentro de un marco judío.