reclamo sigue siendo el mismo: por memoria y por justicia. Y que no nos vamos a acostumbrar a convivir con la impunidad. Éticamente, no podemos permitirlo. Y a pesar del paso del tiempo, y de la impotencia por la falta de justicia, todos tienen que saber que no vamos a bajar los brazos. El 18 de julio de 1994, AMIA –como blanco elegido por el terrorismo internacional– inició un camino irrenunciable en la búsqueda de justicia, un camino que lo seguiremos recorriendo con toda la convicción, por la memoria y en honor a quienes ya no están.
En tiempos tan especiales como Iamim Noraim, ¿qué reflexión le brindás a la comunidad judía argentina?
Creo que volver a las fuentes del sagrado conocimiento y aprender de nuestras tradiciones nos da fuerza para culminar un año, trazando un balance justo, y darle la bienvenida a un nuevo tiempo.
El precepto Veahavta Lereajá Kamoja (“Ama a tu prójimo como a ti mismo”) y el sagrado mandato de reparar el mundo son dos guías que nos interpelan para dar lo mejor de nosotros, para poder construir, día tras día, una sociedad mejor, en la que la paz, la armonía, la solidaridad y el respeto mutuo estén presentes.
En nombre de AMIA, quiero llegar mi deseo para que todos podamos crear y habitar un mundo mejor, para que la prosperidad nos acompañe a lo largo del nuevo año que está a punto de empezar. Que el fruto de nuestras buenas acciones nos permita recorrer un camino lleno de bendiciones para todos.
Shaná Tová Umetuká.