En estos últimos días dos sucesos han promovido un fuerte cimbronazo en redes sociales, ligados en forma directa o indirecta a Israel y el sionismo.

La semana pasada, el presidente de Chile, Gabriel Boric, suspendió imprevistamente la audiencia de presentación de credenciales del embajador de Israel, Gil Artzyeli. Este grave desplante diplomático, según argumentaron las autoridades chilenas, se fundamentó en el supuesto asesinato de un joven palestino en el norte de Cisjordania. Cabe aclarar que esto sucedió en el marco de un enfrentamiento entre el ejército israelí y un grupo de terroristas, entre los cuales se encontraba el joven de referencia.

La decisión del presidente chileno, que se ha mostrado abiertamente antiisraelí antes de ser electo, despertó la queja airada de toda la dirigencia judía chilena que se ve afectada por este tipo de acciones, especialmente luego de las aclaraciones televisadas del presidente donde dice que los judíos chilenos se tienen que quedar tranquilos porque no serán perseguidos por sus ideas, salvo que transgredan la ley.

Esta situación pone de manifiesto cómo la cuestión judía y la cuestión sionista/israelí son inseparables (para el 90% de los judíos), y el ataque a la una se convierte en ataque a la otra, pues así como los judíos salimos en respaldo de Israel mayoritariamente, Israel sale en respaldo de los judíos en cualquier lugar en que se encuentren.