Desde que el antisemitismo es vergonzante, precisamente el antisionismo y el antiisraelismo son la cara visible de la judeofobia, ya no se manifiesta en el odio a los judíos y su eventual existencia como pueblo, sino a su país y al movimiento político que lo gestó, lo restauró, lo hizo crecer y ahora lo convierte en el centro mismo de la vivencia judía en la diáspora.
Vale decir, para los judíos (la gran mayoría) Israel es central en sus vidas y el sionismo uno de los ejes sobre el cual se constituye esa centralidad, y quienes anhelan la desaparición del país judío, por ende, piensan igual sobre las personas judías.
Asistimos habitualmente, mucho más de lo deseable, a episodios de antisemitismo visible (ataques a personas o instituciones sólo por ser judíos), y en otros casos solapados (ataques a Israel y al sionismo) siendo posible definir que la judeofobia clásica de extrema derecha fascista y neonazi va en disminución, dejando lugar a la nueva judeofobia antisionista y antiisraelí que se ha desarrollado en la extrema izquierda.