caminando por Ierushalaim. Entrar al Beit Hakneset en Rosh Hashaná se transformó en ese instante en un acto de reivindicación identitaria. 

Los Iamim Noraim son mucho más que un acto religioso, trasciende cualquier connotación halájica. Participar con tu gente, de tus tiempos sagrados, en tus refugios espirituales, es un acto que muestra hacia fuera lo que late allí adentro. Es nuestra forma de estar juntos más allá de los kilómetros. Es abrazar a nuestros Jaialim. Es sentirnos enlazados a cada familia en cada rincón de Eretz Israel y del mundo. Es decirle al terrorismo que no tenemos miedo. que seguiremos siendo quienes somos, porque esto es lo que somos. Es decirle al mundo entero que más allá de

cualquier nivel de observancia o de fe, somos parte de esta familia. Es volver, otra vez, a casa.

Amigos queridos. Amigos todos.

Este año nos encontraremos en nuestros Templos sagrados con esa misma misión. La de mostrarnos unidos y fieles a una misma historia y a un mismo destino. Los días terribles que vivimos el último año serán una marca de dolor en nuestra historia. Pero los días hermosos que tenemos por delante serán la respuesta creativa y constructiva que sabemos dar, desde hace siglos, al mundo.

Por un año de renovación, de memoria, de sanación, de brajá y de paz.

Shalom al Israel. Shaná Tová uMetuká.