Y en el caso concreto, frente a los interlocutores políticos, se impone exigirles la condena explícita de la masacre del 7 de octubre.
No hay lugar para eufemismos ni falsas equivalencias que profundizan la indignación. No admitimos la negación ni la
relativización ni la pretendida justificación de los hechos ni la banalización o comparación de la tragedia.
Nuevamente el juramento cívico del “Nunca más” nos impone el activismo y el compromiso.