industria pujante, una agricultura de ciencia ficción, de su educación en todos los niveles y de las cientos de planes para asistir a los ciudadanos en la paz y en los peligros.
Todo esto y mucho más sobre una tierra que por debajo solo tiene los refugios como los tienen cada uno en su departamento en las piezas blindadas.
Todo esto comparado con los túneles de Gaza construidos bajo tierra dejando sin protección a su población empobrecida y sin cuidado, mientras la riqueza fue invertida en la fabricación de armamento para destruir a Israel. Así es la diferencia cuando se construye para arriba para la vida y para abajo para la destrucción.
Este Iamim Noraim será el del antisemitismo más virulento después de la Shoá.
Será ese condenar a Israel como asesino, cuando los asesinos son los que nunca podrán reconocer al judío como igual y con derecho a defenderse.
Será el resabio del antisemitismo que ha quedado de la historia repetida.
Será el gran dolor de seguir llevando a nuestros muertos de siempre por el odio y nunca dejando de ser judíos ante el prejuicio del mundo ahora financiado por el fanatismo árabe extremo.
Será un Iamim Noraim con un shofar que sonará como nunca para ser escuchados por los 1200 masacrados el 7/10 y sacrificados por la locura fanática de un dios que manda a matar en vez de amar.
Será su vibración un toque de atención para reflexionar si la humanidad desea un mundo mejor o un campo de batalla.
Será el momento de hacer una estadística de los que desean la paz como camino a la convivencia o si esperan a la paloma que no llega porque los dueños de su vuelo la tienen enjaulada como la reacción internacional ante la existencia de Israel.