Automáticamente, Sagui saltó de la cama y, a pesar de que nadie lo había llamado, se puso su uniforme y en segundos estaba en la puerta de su casa saliendo hacia el sur. Se despidió de Omer con un beso y le dijo: “Vuelvo en menos de una semana”.

Sagui cayó mientras era el jefe de su unidad la noche de ese malvado sábado 7, luchando contra los terroristas de Hamás en el Kibutz Be’eri, cercano a la frontera de Gaza. La noticia oficial de su muerte no se hizo pública hasta el miércoles siguiente. Según Omer, el soldado que vino avisarle sobre esta triste noticia no estaba acostumbrado a quedarse con parejas del mismo sexo y eso fue un momento de quiebre en él, preguntó algo y le dijeron que debía preguntarles a los padres de Sagui. Se sintió tan

enojado porque lo amaba, pero no lo tomaron en cuenta. Su muerte puso de relieve la cuestión del ejército y los del colectivo LGBTQ+.

Si bien las FDI han reconocido a las parejas del mismo sexo de los soldados caídos como elegibles para recibir apoyo financiero y emocional total desde mediados de la década de 1990, el asunto nunca había sido consagrado por ley. Entonces, en las semanas posteriores a la muerte de Sagui, Omer lideró una exitosa campaña para garantizar legalmente los derechos de las parejas del mismo sexo y, de hecho, de los soldados caídos.
Un portavoz militar dijo que el discurso de referencia a seguir en el caso de un soldado que mTova Umetukaate, si este último era soltero o sin pareja de hecho, era el beneficio de los padres, y que se aplicaba a las