Por Gabriel Slavinsky – Psicólogo y consultor político
Nelson Mandela convocó a quienes lo habían perseguido y encarcelado para ser parte de un gobierno de unidad en Sudáfrica; el reverendo Martin Luther King logró un boicot de 381 días a los autobuses en Montgomery en señal de protesta contra la segregación racial; John Fitzgerald Kennedy prometió llegar a la Luna antes de que termine la década de 1960 en momentos en que EE.UU. estaba siendo derrotada por su enemigo en la batalla espacial de la Guerra Fría.
Los tres tuvieron la responsabilidad de conducir
tiempos difíciles y lograron la claridad que requerían esas circunstancias, marcar el rumbo, sostener las convicciones y, a pesar de la crítica o la incertidumbre reinante, seguir en su camino con honestidad intelectual.
El 7 de octubre propone un nuevo escenario y expone a los dirigentes del Pueblo Judío a trabajar con mayor claridad, humildad y profesionalismo, porque el mundo es más complejo y lo que verdaderamente está en juego es nuestra supervivencia.
Algunos dirán que el planteo es tremendista, sin embargo, a un año casi de ese día que quedará en la historia, el Estado de Israel continúa siendo atacado por diferentes países y, a pesar de que su defensa es eficiente, no vemos con claridad un escenario de paz duradera.
En ese contexto, los líderes judíos del mundo tienen una responsabilidad adicional: conducir y conectar fijando objetivos muy claros en este escenario de crisis. Para ello es clave realizar un correcto diagnóstico situacional para no quedar expuestos al ridículo y