Por Demián Stratievsky – Presidente de la Organización Sionista Argentina

Al acercarse Rosh Hashaná, ingresamos también en un tiempo de introspección y renovación. Un tiempo de balances y de afianzar la propia identidad.

Este año, nuestras reflexiones están profundamente marcadas por los eventos del 7 de octubre, un día que marcó, para siempre, una huella imborrable en nuestras almas y nuestra consciencia colectiva. En este contexto, el valor de la vida cobra un significado aún más profundo.

Tal como nos ordena la Torá “Ubajarta Bajaim” (y elegirás la vida) – una invitación no solo a existir, sino a vivir con un propósito, con dignidad y compromiso con nuestros valores más sagrados.

Frente a la adversidad, nuestra tradición nos inspira a ser

resilientes, a no rendirnos, sino a levantarnos una y otra vez, con la voluntad de construir un mundo mejor, más justo y más compasivo, para nosotros y para quienes nos sucedan.

En medio del dolor y la pérdida, encontramos la fortaleza para seguir adelante, guiados por la convicción de que la libertad de pensamiento, ideología y religión debe ser la regla, no la excepción. Que en cada acción, en cada decisión, reflejemos el mandamiento de “Be ahavta leraeja camoja” – amar al prójimo como a uno mismo. Es a través de este amor y respeto mutuo que podemos forjar una sociedad donde la convivencia y la paz sean los pilares sobre los que se sostiene nuestra existencia.

Hoy, mientras escribo estas líneas, más de un centenar de personas aún permanecen secuestradas en Gaza. Entre ellas, 9 argentinos, incluyendo a los pequeños Ariel y Kfir Bibas, de tan solo 5 y 1 año, respectivamente. Al levantar nuestras copas durante la cena de Rosh Hashaná, no olvidemos pedir por su pronto regreso a casa. Con vida se los llevaron, con vida los queremos. Pidamos también por los Jaialim del