(Por Demián Stratievsky – Presidente de la Organización Sionista Argentina)
Rosh Hashaná nos propone reflexionar sobre nuestras acciones y pensamientos. Poner en la balanza del debe y el haber todo un año de decisiones, de aciertos y desaciertos, proyectos y hechos consumados.
El mes de Elul es, tanto para los que están en Israel como para los que estamos en la diáspora, un momento bisagra que nos permite sumergirnos en un profundo proceso de introspección, evaluar dónde estamos parados y hacia dónde queremos ir. Nos invita, a su vez, a marcar el camino con nuevas metas y objetivos a alcanzar, aprendiendo de los errores y los obstáculos que logramos sortear (o no) a lo largo del año.
Así, Rosh Hashaná es un recordatorio de que cada uno de nosotros es capaz de cambiar, crecer y mejorar.
Al igual que el sonido del Shofar, que despierta nuestros corazones y mentes, este período nos llama a despertar nuestras almas y a cuestionarnos cómo podemos contribuir de manera significativa al mundo que nos rodea.
Así como las manzanas y la miel se combinan para simbolizar un año dulce y fructífero, nosotros también debemos unir nuestras fuerzas para construir un futuro más próspero y armonioso para todos.
Con la salida de la primera estrella, sentados alrededor de una hermosa mesa y rodeados de nuestras personas más cercanas, brindaremos deseándonos “Shaná Tová Umetuká” y nos embarcaremos en un nuevo ciclo lleno de promesas y oportunidades.
Es mi anhelo que, a medida que avanzamos en este nuevo año, trabajemos juntos para construir puentes de comprensión y empatía, derribando barreras y promoviendo la justicia y la