(Por Dr. David Sznajderhaus – MN 70.630 – Especialista en Trastornos de la Alimentación)
En la cocina judía están muy presentes las verduras y las carnes (de vaca, pollo o pescado), así como los frutos secos.
Para estas fechas, además, se agrega la manzana con miel, para tener un año bueno y dulce (Shaná Tová Umetuká). También se come remolacha, zanahoria y calabaza, entre otros alimentos que representan algunos de los deseos para el año que comienza.
Otra de las costumbres tiene que ver con comer cabeza de pescado y gefilte fish (una mezcla de diferentes pescados que se puede preparar al horno o hervido). Se suele condimentar con jrein (una
salsa a base de rábano picante y remolachas).
El vino, que simboliza la alegría, tampoco debe faltar. Así como la jalá, el pan trenzado que se comparte todos los viernes para la ceremonia de Shabat, y que en esta oportunidad se unta con miel para que tengamos un año dulce, aunque con una pequeña diferencia: en Rosh Hashaná se prepara redonda (agulá).
Los varenikes y knishes son otras comidas típicas que para este nuevo inicio estarán en la mesa de muchas familias (¡que esto no sea motivo de discusión con los amantes de la comida sefaradí!).
Pero cuidado. Es cierto que la comida familiar es importante y muy significativa, pero debemos recordar que al fin y al cabo no deja de ser una cena, por lo que es bueno tener en cuenta la cantidad y las mezclas, para que el día siguiente no se transforme en un “qué manera de comer”, “no doy más”, “comí para toda la semana”, entre otras frases que los médicos escuchamos para estas épocas, como también pasa el 31 de diciembre.