(Por Rabino Daniel Goldman – Rabino emérito de Bet El)
Estos próximos días marcan el inicio de un nuevo mes en el calendario hebreo, identificado como Elul.
Por casualidad, como regla memotécnica, los que hablamos el castellano jugamos con la idea de “Elul y el úl-timo mes”, dado que estas son las 30 jornadas finales del año judío. Este tiempo, acorde con nuestras costumbres, nos invita a recorrer una travesía de elevación espiritual, ya que es un período particularmente propicio para revisar nuestra conducta cotidiana en la que debemos desarrollar nuestra capacidad de arrepentimiento y solicitud de perdón.
Este último tramo del almanaque se enlaza directamente con las conmemoraciones de Rosh
Hashaná (Año nuevo) y Iom Kipur (Día del Perdón). En arameo -una de las lenguas vernáculas del pueblo hebreo, del cual los nombres de los meses fueron adoptados- la palabra Elul significa “búsqueda”. Este vocablo resulta apropiado debido a que es una época del año en la que indagamos en la hondura de nuestra alma tendiente a mejorar nuestro accionar, reconocer nuestras faltas e intentar enmendarlas.
Conforme al Talmud, Elul coincide con el comienzo de una etapa de 40 días en el que Moisés oró ante Dios para suplicar por el perdón colectivo del pueblo después del incidente Becerro de Oro.
Elul es un tiempo para recapacitar en el pedido de indulgencia por daños causados.
Según la tradición judía, Dios no puede dispensarnos por los errores cometidos ante otro hasta que hayamos obtenido el perdón de aquel a quien hemos ofendido. Esta no es una tarea fácil de metabolizar si nunca se la realizó. Ello, en definitiva,