Por Rab M.Ed. Rubén Najmanovich

Iamim Noraim y el 7 de octubre Centrado en orar en los días de Iamim Noraim, días magnánimos, en los cuales la reflexión para encontrarnos y reencontrarnos, en esa conjunción que es la relación individual y colectiva con Nuestro Creador, y con el prójimo, es en ese momento que debemos retrotraernos al fatídico día del […]

Iamim Noraim y el 7 de octubre

Centrado en orar en los días de Iamim Noraim, días magnánimos, en los cuales la reflexión para encontrarnos y reencontrarnos, en esa conjunción que es la relación individual y colectiva con Nuestro Creador, y con el prójimo, es en ese momento que debemos retrotraernos al fatídico día del 7 de octubre de 2023, que corresponde en Israel, a Shemini Atseret, el octavo día de la conclusión, que en Israel da concluido el periodo mencionado de Jague Tishre, las festividades, las conmemoraciones de Tishre.

Shemini Atseret en Israel es el momento cumbre de mayor alegría, ya que más allá del grado de observancia que cada miembro del pueblo judío debe tener, la alegría, el regocijo, la felicidad abunda en todos (recordando que en la diáspora festejamos un día más). No eludimos ese tiempo único que el calendario judío nos ofrece.

En el calendario hebreo hay tres fiestas denominadas Shalosh Regalim, conmemoraciones de peregrinación. Cuando la existencia del Templo de Jerusalem, Bet Hamikdash, se encontraba de pie, los judíos de todos los rincones de la Tierra de Israel, de nuestro Estado, peregrinaban a Jerusalem a honrar a D-os por las bendiciones otorgadas.

En hebreo, la palabra utilizada para designar a estas tres festividades es Jag (significa “fiesta”, y también “movimiento circular”), lo que hace referencia a la costumbre de moverse en círculos alrededor de un objeto, haciendo referencia al tiempo del peregrinaje del pueblo judío en círculos por 40 años en el desierto.

El círculo se repetía, el horror nos llevaba al pasado más horrendo que el Pueblo Judío tuvo que vivir a lo largo de los dos mil años de diáspora, ya que el círculo no tiene principio ni fin y todos sus puntos equidistan del centro. Esta figura expresa simbólicamente el sentido de la vida humana y el universo. El círculo es el símbolo primordial que lo contiene todo.

El 7 de octubre de 2023, Shabat Simjat Torá, nos despertamos con la horrible noticia de lo que resultaría ser el día más letal y trágico para los judíos desde el Holocausto. Terroristas de la Franja de Gaza invadieron Israel y asesinaron a aproximadamente 1.300 personas, la mayoría de ellas civiles. Perpetraron atrocidades que, en su nivel de brutalidad y sadismo, en ciertos aspectos, superaron a las cometidas por los nazis. También secuestraron a 254 personas, entre ellas mujeres, niños, un bebé y ancianos, incluidos supervivientes del Holocausto.

Además de representar el mayor asesinato de judíos desde la Shoá, la horrible masacre del 7 de octubre desencadenó un estallido de
antisemitismo a escala global, algo que no se había visto desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Incluso antes de la respuesta militar encaminada a rescatar a los rehenes y luchar contra el grupo terrorista responsable del salvajismo, que prometió repetir el acto hasta aniquilar al Estado judío y a sus habitantes, ya habían surgido innumerables críticas a Israel en todo el mundo, incluso en los Estados Unidos, así como “justificaciones” de los asesinatos y atrocidades contra civiles en el país.

Es alarmante que se haya observado apoyo a organizaciones terroristas en Gaza, que, además de ser bien conocidas por la opresión de su propio pueblo, utilizan una ideología inhumana para tratar de legitimar la violación de mujeres y la masacre de bebés, en detrimento de Israel. Esta actitud pone de relieve la normalización del antisemitismo bajo la apariencia del discurso político.

Creíamos que, después de los horrores del Holocausto, no sólo habría una conciencia generalizada de la profundidad del mal que los seres humanos somos capaces de cometer, sino también un compromiso colectivo para evitar que tales atrocidades volvieran a ocurrir. Pensábamos que esta evolución garantizaría que, al menos durante nuestra vida y la de las generaciones futuras, este odio ancestral quedaría relegado a los márgenes. Desgraciadamente nos equivocamos. Quedó dolorosamente claro que el antisemitismo simplemente está latente. Ha quedado claro que la humanidad no ha aprendido las lecciones que el Holocausto debería haberle enseñado.

Para el Pueblo Judío, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, nunca ha habido un período tan preocupante marcado por un antisemitismo tan flagrante y generalizado. Para el Estado de Israel, desde su fundación, nunca ha habido un momento en que su existencia, hoy amenazada, haya sido tan necesaria.

Año tras año, generación tras generación, en este tiempo de Iamim Noraim, tiempo de cambio, tiempo de reflexión, debemos sumar un testimonio de nuestra resiliencia colectiva y de nuestro espíritu indomable. Resaltar enfáticamente la creencia de que D-os siempre cuidará y protegerá a Su Pueblo, a los Hijos de Israel. Los acontecimientos recientes han revelado un sentimiento muy fuerte de unidad y altruismo entre nuestro pueblo. A lo largo de nuestra historia hemos enfrentado y superado muchos obstáculos y tragedias. Estos también los superaremos.

Shaná Tová Tikatevú Vetejatemu y Jag Sameaj

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